Rodney Batista: Notas fotográficas en la morgue
En el contexto del arte cubano contemporáneo, desde el ámbito de la fotografía, sobresale por su modus operandi muy particular, la obra del joven artista Rodney Batista. Debo confesar que, desde que me enfrenté por primera vez a su quehacer, quedé impresionado por su estética y por la temática que aborda; un tópico muy complejo pero que se agradece en un universo donde todo parece o pretende ser color de rosa.
Rodney nos desafía con cada una de sus representaciones y, nos hace reflexionar sobre el imaginario que rodea a la muerte. Disímiles creadores del lente, han trabajado e investigado conceptual y formalmente el mundo de los muertos, siempre desde sus puntos de vistas y en el contexto en el que se insertan. Así, por solo mencionar algunos ejemplos, encontramos a artífices de la talla de Damien Hirst, Andrés Serrano, David Nebrada y Joel Peter Witkin, este último es con quien Rodney se siente más identificado, según ha comentado en varias ocasiones.
Su interés por desarrollar y dirigir sus producciones a un asunto tan rechazado por la sociedad pero que a la vez nos compete a todos, inicia desde sus andanzas por las aulas y pasillos de la Academia Nacional San Alejandro. Graduado de pintura, todavía guarda bocetos y recortes en los que se aprecia en primeros planos un gusto por el dibujo de cuerpos y lo que se esconde debajo de la piel. Estos fueron los primeros pasos dados por el artista hasta encontrar en la fotografía, el medio ideal para reflejar sus preocupaciones más apremiantes y urgentes. En este caso, la obra que le presenta al espectador es una construcción realizada por el mismo, aunque a primera vista la retina nos engaña y pensamos que se está frente a un fotomontaje por su elaborada composición y excelente distribución de los sujetos y objetos. Eso sí, hay que tener bien claro que no estamos ante una fotografía manipulada, el trucaje no es parte del trabajo realizado por este joven artista.
A través de su lente observamos puros ejercicios de estructuras inquietantes y experimentales que -como se ha mencionado con anterioridad- son construidas como una escena de teatro para lograr el efecto deseado. Esta mise en scène, es una de las características principales que debemos tener en cuenta para poder comprender la obra de Batista, pues él manipula e interactúa directamente con los cuerpos muertos en la morgue, convertida en su estudio-taller. Allí, establece juegos enigmáticos entre los propios cuerpos y algunos objetos que logran establecer relaciones entre sí y que facilitan la lectura de las imágenes; por eso, en las diferentes exposiciones en las que ha participado distinguimos en sus fotografías cadáveres y, en algunos casos, fragmentos de cuerpos que portan flores, collares, juguetes, peluches, que visten trajes, etcétera.
Las creaciones de Rodney Batista, inmortalizan la extraña y fina línea que existe entre la vida y la muerte. Él, expresa la crítica de arte Magaly Espinosa a propósito de su muestra personal Mundo de mi Mundo (octubre-noviembre de 2014), “es un artista arriesgado, porque tocar el mundo abandonado por la vida requiere de mucha confianza, lo que busca es esa capacidad de regeneración que contienen los cambios de estado por el que pasan los seres vivos, en ese infinito de vida y muerte y de muerte y vida”. En este proceso de contextualizar un espacio de tiempo determinado (como memoria, pasado), rasgo fundamental de la fotografía, los cuerpos y sus partes salen del anonimato y, a través de sus imágenes impresas, regresan al mundo de los vivos. Es una especie de culto que se hace al cuerpo olvidado que transita el mundo de los muertos, el retrato fotográfico ejecutado por Rodney Batista, entonces, deviene un acto de otorgamiento de identidad.
Logra representar lo que parece ser irrepresentable, a partir de sus cuadros nos aproxima a lo sublime, categoría estética que no tiene cabida en la mente del individuo. El público que se acerque a sus obras debe tener la capacidad de retener su mirada por unos minutos y resistir lo impactante que llegan a ser sus imágenes. Luego, podrá comprender que su discurso gira alrededor de la muerte como documento y alegoría (ficción) que le permiten establecer puntos de contacto con nuestra realidad (mito).
Rodney Batista, en cada una de sus piezas, toca la puerta de los recintos del inframundo para rescatar almas y sus partes para otorgarles nuevamente una vida. Así, lo hemos observado en las diferentes fotografías de él que se han exhibido en Fábrica de Arte Cubano (FAC), donde su interés estuvo presente en mostrar el lado humano de sus retratados. Su mirada, que se convierte en la nuestra, es capaz de darse cuenta del impactante poder sobrecogedor que le confiere a sus fotos, que se corresponden con un universo de diversos sentidos posibles.