
Adalberto Roque: Saber fotografiar Cuba es un reto
Pintor, maestro, realizador o fotógrafo, en Adalberto Roque las definiciones no importan tanto como la obra en sí o el sentimiento detrás de ellas. Las miles de imágenes que ha tomado en sus más de treinta años documentando cuanto pasa en Cuba, son testimonio del compromiso necesario que debe estar siempre, según él, en una buena foto.

“Estoy muy consciente del respeto que le debo al sujeto y de la fuerza con que deseo expresar mi suerte de ser testigo de instantes y hechos que no se repetirán jamás”, asegura, mientras señala al pintor cubano Raúl Martínez como uno de sus primeros maestros. “Él me decía muchas veces que si fotografiaba a un ser humano y no lograba escuchar su respiración, es que andaba muy perdido y que no iba a entender nada de lo que ocurría.

Mi estilo es respeto y cercanía. Cuando fotografío trabajadores, suelo estar mojado de su sudor. Esta es la razón por la cual nunca he aprendido a trabajar con un lente teleobjetivo”. Considerado uno de los mejores fotógrafos de América Latina, Roque trabaja en la corresponsalía habanera de la Agencia France Press también como realizador audiovisual, y su crédito ha aparecido en importantes periódicos del mundo, donde ha ofrecido magistralmente su visión sobre la Isla.

Sin hallar más diferencia que los calificativos de periodística o artística en una foto, para él lo que no debe faltar es el reflejo del “alma del fotógrafo, y cuando no está, suele distinguirse fácilmente por el distanciamiento con el sujeto, en la indiferencia con lo fotografiado y el uso indiscriminado de trucos fotográficos para hacer creer al espectador que existió una conexión”.
Pudiera pensarse que con tanta obra acumulada, los detalles de cómo fue captada una u otra imagen escapan al recuerdo, pero Roque insiste en que siempre queda en él una huella del ambiente de ese día o el estado de ánimo, revivido cuando vuelve a ver una instantánea.
“Son mi más grande colección de sucesos vividos”.
Sus experiencias como fotorreportero las relaciona directamente con los momentos históricos del país. De ellos, el de 1990 al 2006, lo recuerda especialmente por ser época “de muchas noticias y con varios eventos clave como la existencia de un período especial que tocó a todos los sectores sociales del país, el éxodo de balseros, el regreso de Elián, eventos meteorológicos violentos como el de marzo de 1993, la avalancha de marchas y eventos políticos que movilizaron al país, la visita del Papa Juan Pablo II y, sobre todo, la permanente presencia de Fidel Castro como principal líder de la Revolución Cubana en la mayor parte de estos eventos.

Ser testigo de ciertas circunstancias actuales alivia mi desesperanza de no haberlo sido de otros que ocurrieron cuando aún era niño. La imagen de Cuba ha cambiado desde mis inicios hasta hoy. Miro mis fotografías de apenas veinte años atrás y parece que fueran a otro país. Este se ve mucho mejor.
Y aunque aquel era más fotogénico porque era más primitivo, prefiero el de hoy que ofrece a mis compatriotas un mejor entorno. Saber fotografiarle es un reto, porque no olvido que, dentro de treinta años, estas fotografías serán también de un país antiguo muy diferente”.