
Descubriendo el nasobuco en tres pasos

Primer paso
Generación tras generación, los «mayores» suelen criticar a los «jóvenes» en una especie de ciclo sin fin. Los hippies, los frikis, los emos y más recientemente los denominados «durakitos» han tenido más de un dedo apuntándolos por sus expresiones excéntricas ante un mundo que, como quiera que se mire, sigue siendo demasiado conservador.

Pero… ¿qué les parece? Los criticados durakitos parecen haberse adelantado a los hechos actuales. Como si hubieran viajado al futuro, ellos hace rato se acostumbraron a andar con nasobuco. Y ahora que hasta en el noticiero se tapan nariz y boca, a nadie le parece exagerado. Se usan masivamente y, más allá de su obvio fin de protección, se han vuelto moda (sí, porque no tienes porqué combinarte la mascarilla con los tenis, pero el cubano se los combina y se hace nasobucos de varios colores). Ese es el primer punto de atención: seguramente durará la moda más que la pandemia…
Segundo paso
El otro punto de debate (ya que estamos en casa y no tenemos mucho más que hacer que replantearnos nuestra existencia) es el origen de este término, “nasobuco”, que por cierto, no está en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Ni siquiera en sus más recientes actualizaciones, ni en ningún diccionario de otro idioma. Solo está en el repertorio extraoficial de Wiktionary, en el que aparece como cubanismo, según un registro que alguien hizo en 2018..

El accesorio de tela/ plástico/ nylon/ cartón que se usa para cubrir nariz y boca como modo de protección los académicos del lenguaje lo denominan «mascarilla», e incluso hacen el apunte de acepciones americanas como «barbijo» y «tapaboca», y este último es el que supuestamente corresponde a nuestro uso del idioma.
Al parecer lo de «nasobuco» lo tenemos incorporado por la comunidad médica, que en Cuba los llama coloquialmente así. Si dividimos la palabra, “naso”: referente a nariz, “buco”: a boca, no nos dice mucho más. Sin embargo suena más serio, más científico. Debe ser más seguro usar un nasobuco que un barbijo de esos… Además, tapaboca puede traer mal entendidos, ¿qué tal si mi mamá me dice que me va a dar un tapaboca? Demasiado confuso.
Tercer paso
Así llegamos al tercer punto de estas divagaciones de cuarentena: la creatividad. Internet está lleno ya de videos, fotos y artículos dedicados a lo que la gente se ha puesto como protección. Desde personas totalmente envueltas en nylon de pies a cabeza, hasta gente con cascos, disfraces de robot y uno muy popular: los pomos de plástico de 5 litros en la cabeza, una solución (inimaginablemente) muy repetida. Los de tela son los más «normalitos», algunos con sus bocas de fantasía dibujadas, con símbolos, hay quienes lo pintan y lo personalizan, pero una gran mayoría los lleva simplemente de color entero. Una de las noticias más locas sobre mascarillas que anda circulando en la web es sobre un grupo de nudistas en una playa europea, aglomerados (y completamente desnudos, valga la redundante aclaración) que fueron requeridos por la policía por no usar nasobuco, solo por eso…

Y es que tanto nos ha movido el piso el coronavirus que nos estamos volviendo (más) adictos a las noticias, y a la verdadera moda, la de la histeria colectiva. ¡Qué bien que usemos nasobuco (o cómo se llame)! pero no es una vacuna, ni siquiera la única medida para mantenernos seguros: los especialistas recomiendan mangas largas, pelo cubierto y guantes para salir a la calle (o mejor no salir a la calle en general) y, claro, usar el nasobuco, pero primero, el cerebro: pensar es nuestro único medio de protección real, efectivo y perdurable. Ojalá un día, con o sin epidemia, se ponga de moda.