Los ritmos nómadas de HAPE
Los agitadores de la noche habanera conocemos muy bien las fiestas HAPE; sin embargo, ignoramos realmente de qué va este proyecto. HAPE tiene su dosis de misterio, empezando por el significado de sus siglas: Habana aperitivo, haciendo alusión a la costumbre europea de beberse un licorcito después del trabajo, acompañado de algún bocado ligero. Mi curiosidad fue creciendo poco a poco, quizá porque llevo 3 años persiguiendo sus eventos por toda La Habana. Por eso abordé a Giuseppe, uno de sus creadores y organizadores, que, sin pensarlo mucho accedió a sentarse conmigo y aclarar mis dudas. “HAPE es diferente porque cada evento es distinto, no es algo físico, es un concepto” me dijo sonriente.
Lo primero que me impresionó fue que HAPE no fuera concebido como un negocio; es decir, su impulso creador no me pareció el dinero. Lo que no se traduce en fiestas gratis donde la barra abierta nunca termina; por supuesto que venden para costear sus gastos. HAPE surge con la naturalidad que ha dictado su acelerado paso. Tan sencillo y orgánico como un grupo de amigos expatriados, empecinados en alejarse de lo habitual, de lo mismo con lo mismo. Su inspiración fue La Habana, su arquitectura, su tradición musical y el derroche de talento de los cubanos. “La atmósfera estaba creada, solo quedaba aprovecharla”.
Las locaciones siempre varían, cada una sutilmente escogida,
buscando la confluencia entre la arquitectura y la naturaleza. Recuerdo un castillo
desolado en el medio del bosque, una azotea
con vistas espectaculares y un elevador eterno, y un patio de Santa Fe con el
mar nocturno como telón de fondo. Sobre su criterio para seleccionar escenarios
me comentó: “la idea es encontrar lugares que tengan una historia que contar
por sí solos”.
La música es otro de sus sellos distintivos. Sus sesiones, tan eclécticas como sus locaciones, retumban cargadas de identidad cultural. Pienso en la música de HAPE y me abordan fuertes ritmos cubanos, africanos y latinoamericanos. Benjamín, cofundador del proyecto, es el que se encarga regularmente de la pincha musical. Pero es habitual encontrar entre sus noches, a reconocidos DJs invitados de todas partes, así como a muchos artistas cubanos.
El intento de HAPE de mostrar otros puntos de vista a través de conceptos tan universales como la música y la fiesta, resulta muy refrescante en La Habana. A menudo se salen del contorno creativo y su brújula es flexible e imprecisa, su camino no está definido en el horizonte y no les importa, se dejan llevar por la corriente, y tan mal no les ha ido. Empezó en Cuba, pero ya están dispersos por el mundo, como un virus musical oportunista que se propaga rápidamente. Sus ritmos nómadas ya han viajado por Venecia, Bruselas, Chad (donde acaban de colaborar en la producción de un disco) y pronto Milán y París.
Es importante llegar temprano pues cierran por capacidad y se vuelve muy difícil entrar, a no ser que tengas guara. “Una vez un yuma me ofreció 50 fulas para que lo dejara pasar cuando ya habíamos cerrado, no entró”, me contó el Robert, uno de sus promotores que a veces está en la puerta. Normalmente la fiesta se estira hasta las 2 a.m. pero siempre aparece algún anfitrión entusiasta que inventa un after en su casa.