Derechos sexuales en Cuba: una carrera larga, pero sin vuelta atrás
Los últimos años podría decirse que han sido decisivos en la lucha por alcanzar derechos para grupos históricamente discriminados, como los que integran la comunidad LGBTIQ+.
En 2018, cuando se anunció el anteproyecto de la nueva Constitución y se llevó a debate popular su contenido, se levantó una gran polémica que movilizaría a dos amplios grupos: uno a favor de alcanzar mayores derechos para la comunidad diversas y otro en contra.
Las redes sociales se convirtieron en el principal campo de batalla. El fundamentalismo de algunas iglesias salió a relucir como nunca habíamos visto, a lo que los activistas LGBTIQ+ respondieron con campañas en defensa del derecho a ser libres para amar.
El artículo 68 de aquel anteproyecto, que modificaba el anterior concepto de matrimonio, pasando a entenderlo ya no más como la “unión consensuada entre un hombre y una mujer”, sino como “la unión entre dos personas”, fue el principal blanco de discusión. Con lo bueno y lo malo de estas campañas, resultó que por primera vez se levantó un debate popular al respecto de este tópico, el activismo se consolidó en gran medida y mucha gente pudo conocer y sensibilizarse sobre el tema.
Finalmente fue aprobada por la Asamblea Nacional y ratificada por mayoría en voto popular una nueva Constitución, que mantenía el reconocimiento de un matrimonio diverso, ahora desde su artículo 82, donde se enuncia que el matrimonio es la unión entre “los cónyuges”, sin especificar el sexo o género de estos, reconociendo además por primera vez las uniones de hecho.
Aún más importante fue, al referirse a la discriminación, la inclusión en el artículo 42 a la ejercida por motivos de identidad de género y preferencias sexuales. En este sentido, toda la ley o disposición que contradiga este principio debe ser cambiada por anticonstitucional, siendo quizás este el logro más importante de la nueva Carta Magna en cuanto a derechos de la comunidad diversa.
En este contexto de logros, pero con una fuerte campaña en contra de su buen rumbo, se desarrolló, impulsada por el Cenesex, la 12 Jornada Contra la Homofobia y la Transfobia en toda Cuba, con La Habana y Camagüey como sedes principales y con los lemas “rescribe la felicidad” y “todos los derechos para todas las personas”.
Entre el extenso número de actividades que se realizaron (talleres, conferencias, ferias de salud, actividades recreativas, las galas culturales), se sintió la ausencia del momento de mayor convocatoria popular: la conga cubana contra la homofobia y la transfobia. Sin embargo, con ayuda de las redes sociales, un poco más de un centenar de personas lograron reunirse para marchar sí o sí en La Habana a favor de los derechos sexuales.
A la altura de mediados de 2019 podemos ver una mayor visibilidad en los medios sobre estos temas, que cada vez más dejan de verse como una cuestión de “minorías” y empiezan a entenderse como un problema de derechos humanos para construir un mejor país. Las redes sociales han convertido la comunidad LGTBIQ+ en una especie de trending topic estos meses y, modas y extremismos aparte, han aportado en gran medida a esta labor de sensibilización.
Hace unos días fue esperanzadora la noticia del reconocimiento por primera vez en Cuba de casos de feminicidio en el Informe Nacional voluntario sobre Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ante la ONU, por citar otro ejemplo de estos cambios visibles.
Actualmente en Cuba se trabaja en la revisión de las leyes que deben ser modificadas luego de la aprobación de la nueva Constitución. Así, una comisión de la Asamblea Nacional trabaja en la confección de un nuevo Código de Familia, que responda a estos nuevos tiempos. Este será luego llevado a consulta popular en búsqueda de modificaciones para su posterior aprobación por voto popular.
Y aunque aún nos queda mucho por recorrer, alcanzar plenos derechos sexuales en Cuba para todos y todas es una carrera larga, pero sin vuelta atrás.