Ventas de garaje en Cuba: ¿de moda lo vintage o solución económica?
Las llamadas ventas de garaje se han convertido en una alternativa de comercio informal que, aunque recientemente ha sido autorizada por el Estado, ya venía convirtiéndose en una actividad de algún que otro fin de semana mucho antes de la pandemia.
Todo lo vintage está de moda. Si en el pasado las cosas de segunda mano o lo reutilizable tenían destinos diferentes en nuestra casa, hoy las dinámicas modernas han entrado a nuestras vidas para aportar soluciones a cuestiones sencillas como puede ser qué vestimos o qué necesitamos dentro del hogar.
Estos mercadillos no fueron una gran sorpresa para mí o para ningún cubano, pues recuerdo desde mi infancia las visitas a las tiendas recicladas, los montones de prendas agrupados por todas las esquinas y las largas colas que se hacían cuando estos establecimientos eran surtidos.
Por otro lado, ¿quién no ha intercambiado alguna vez con un amigo o compañero una prenda para satisfacción de ambos? ¿Cuántas veces no hicimos algún “negocio” en nuestro propio círculo sin necesidad de adquirir una ropa nueva, sin estreno, inmaculada? Ese quizás fue el otro factor intrínseco del comercio a pequeña escala entre los cubanos: si yo tengo algo que no uso… ¿te puede interesar a ti?
Ventas de garaje: el inicio de la historia
Para quienes no lo saben, las ventas de garaje son tan viejas como la década de 1950 y por supuesto no son exclusivas de Cuba. Fue un fenómeno que surgió producto de la acumulación excesiva de bienes de consumo de las familias en Estados Unidos, que tenían una fuerte influencia de la televisión comercial. En suma, la propia arquitectura de las casas les proporcionaba una apertura del garaje al jardín delantero del vecindario, con lo cual vender artículos de uso se volvió una forma de ganar un poco de dinero y socializar.
Antes de esta idea, la opción de las familias eran las ventas de caridad en ferias o los anticuarios. Así que era de esperar que las famosas “Garage sales” se volvieran rápidamente la alternativa preferida de los propietarios o coleccionistas para satisfacer su economía del hogar.
Ventas de garaje en Cuba
En Cuba, aunque la dinámica varía, el principio realmente sigue siendo el mismo.
He asistido a muchísimas ventas de garaje, no podría recordar desde hace cuánto. Para los cubanos que pertenecemos a la clase trabajadora la ropa de segunda mano fue y es una opción acorde al salario, una alternativa para “renovar” la vestimenta, el calzado o incluso encontrar algún artículo para la casa que en la red mayorista no tenemos tiempo de rastrear.
La mayoría a las que he ido han sido siempre organizadas por amistades o conocidos que, reunidos en algún sitio de ocasión (portales, jardines, azoteas, barbacoas o incluso garajes) agrupan una cantidad de prendas bastante considerable —a eso llamo yo calidad en la gestión—, en un ambiente casi siempre familiar.
Pero desde hace algún tiempo las ventas de segunda mano aparecen cada vez más en todo el país, prácticamente cada fin de semana. En las redes sociales ya existen perfiles que representan estos pequeños negociantes y sus promociones. Abundan los anuncios para las personas que quieran poner sus artículos en venta y hay incluso muchísimos grupos en Whatsapp, Telegram, Facebook o Instagram donde se circula el inventario fuera del espacio físico o temporal en que acontece la venta.
Las hay en todos los municipios y es curioso cómo incluso la demografía condiciona el tipo de ventas, pues muchas veces pasan de ser simples espacios para textiles de segunda mano a bazares con todo tipo de productos. Esto, aunque no es un sesgo negativo de estas prácticas, valdría recalcar que en ocasiones se aleja del espíritu nostálgico del reciclaje y se acerca al lado más oscuro del consumo basado en las necesidades básicas. Nada, algo a lo que hay que atender para no perder la perspectiva.
No cabe dudas, las ventas de garaje en Cuba se convirtieron en uno de los recursos que más aparecen a la mano para la economía de las familias, de pronto cada fin de semana se va llenando de sitios donde explorar y las personas se familiarizan con la idea de aprovechar sus pertenencias y a su vez las ajenas.
Y por supuesto, como el cubano cuando no llega se pasa, ya casi que en cada CDR hay un punto de venta, con horarios y un inventario gigantesco que desafía hasta los cazadores más expertos de gangas. Los espacios para ventas se van pareciendo a tiendas de nuevo tipo, un híbrido entre las de empeño y las recicladas.
Como dije al principio, y como decía mi mamá, la moda siempre vuelve. Finalmente estamos en una época en Cuba donde se le da un valor sincero a lo vintage, a lo natural, al concepto DIY (Do it yourself)… y se ayuda a la economía del hogar. Al parecer, son las ventas de garaje la cabeza punta de lanza de todo este cambio de paradigma. Así que mientras mantengan ese espíritu de comunidad, bienvenidas sean.