Festival de la Salsa: Siempre que llueve, escampa
Luego de varios días de mucha fiesta, la tercera edición del Festival de la Salsa terminó por todo lo alto y esto a pesar de que la lluvia hizo cerrar las puertas del Parque Metropolitano de La Habana, la noche del sábado.
Sin embargo, lo que sí puso fin a la venta de entradas fue la gran cantidad de público asistente –del 21 al 25 de febrero– en busca de la buena música cubana, cerrando por capacidad un espacio que, de por sí, era evidente que quedaría chiquito.
Además de los conciertos, el Festival de la Salsa tuvo talleres de música y baile, desfile de comparsas, espectáculos variados y presentaciones de DJ cubanos e internacionales.
Ahora bien, habría que preguntarse, siendo Cuba un país de amplia tradición musical, ¿por qué no existía un espacio como este? Lo cierto es que las buenas ideas llegan para quedarse y, sin lugar a dudas, el músico, compositor y director de la orquesta Salsa Mayor, Maykel Blanco, puede ostentar con orgullo el título de creador y presidente del comité organizador de este evento.
Paulo FG, Will Campa, El Niño y la Verdad, Adalberto Álvarez y su Son, Pupy y los que Son Son, Alain Pérez, Haila, Alexander Abreu y Havana D’ Primera, Papucho y Manana Club, El Noro, NG La Banda, Lazarito Valdés y Bamboleo y Maykel Blanco y su Salsa Mayor, por solo mencionar algunos, demostraron sobre el escenario la excelencia de la música popular.
Punto y aparte para Manolito Simonet y su Trabuco, orquesta que celebra este año su aniversario 25 y que fue reconocida en la última noche del Festival, de manos del presidente de Artex, Eladio Marrero.
Sin embargo, el mayor homenaje vino vestido de azul y tocando el güiro, pues Daniela, la hija menor de Manolito, sorprendió a todos –incluyendo a su padre- cuando irrumpió en el escenario demostrando sus habilidades con el instrumento.
Vale destacar el derroche de tecnología utilizada durante el evento, pero también como aspectos a mejorar para próximas ediciones, la pésima coordinación del audio y el alto precio de las entradas, teniendo en cuenta la masividad del evento.
A lo anterior se debe sumar el poco espacio del lugar, lo cual provocó no solo que muchos tuviesen que observar desde encima del puente Almendares, sino también que, aquellos que pudieron entrar y estaban en las primeras filas, no tuviesen casi espacio para bailar.
Pese a todo, el evento volvió sobre la música cubana y fue bien acogido por el público, quien además lo necesitaba.