Concluye el Festival Internacional Jazz Plaza y ¡de qué manera!
Después de una semana de espectáculos, talleres y conferencias magistrales una nueva jornada del Festival Internacional Jazz Plaza acaba de terminar. Con un concierto apabullante donde no hubo que pedirle a nadie que subiera las palmas y se uniera a los coros. Esta celebración jazzística puso broche a su trigésimo cuarta edición, el domingo en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional.
Para muchos, en un festival de música siempre hay dos momentos cargados de expectativas que como todo inicio y fin de un ciclo quedan grabados en la memoria, a pesar de no ser en ocasiones el plato fuerte de un programa donde sobran las propuestas atractivas.
Que una clausura asombre los sentidos cuando todavía gozamos de la resaca de la fiesta del jazz resulta algo difícil. El espectáculo de Roberto Fonseca y Temperamento junto a estrellas ilustres de la música cubana se movió sobre el terreno de un repertorio tan variado, que tanto puristas del género como amantes de la fusión quedaron satisfechos.
Poco a poco el pianista cubano fue llamando al escenario a sus “bandidos” y “cómplices”, así se refirió a los espectaculares músicos que lo acompañaron durante la velada. Este cierre fue un viaje por los sonidos del mundo. Una cita perfumada de jazz con olor a son, a blues y a ritmos afrocubanos, pues según afirmó el mismo Fonseca “la música es una sola”.
Desde una pieza con la cantante lírica Bárbara Yanes hasta otros temas que contaron con la presencia de Haila M. Mompié, Eme Alfonso, La Reina y la Real y María Victoria, estos gigantes de la música cubana dejaron un tiritar adictivo en nuestros tímpanos.
La interpretación en directo generó un ambiente difícil de igualar. El diseño escenográfico y el juego de luces se insertaron en contexto con la música, enganchando al espectador en cada momento. En perfecta simbiosis, los instrumentistas utilizaron un solo lenguaje, un jazz salpicado de influencias que tradujo melodías en estados de ánimo.
Lo cierto es que el público cubano se ha criado al calor del jazz latino y está acostumbrado a este género de verdadero nervio creativo, por eso agradece tanto un concierto que sorprenda.
Aunque resulta difícil elegir los momentos más relevantes que marcaron esta velada, entre aquellos de reseña obligada figura la presentación de “la novia del Feeling”, Omara Portuondo, quien interpretó los antológicos clásicos “Veinte años” y “Tal vez”.
Por suerte, Omara es de esas mujeres que no cambian, ni por dentro ni por fuera. Con el sello de su estilo muy cubano e indiscutible, “la diva del Buena Vista Social Club” cautivó una vez más al público que la acogió entre cálidos aplausos.
Para dar por terminada la noche, los músicos cerraron con el tema “Mambo pa´ la niña” junto a Coto. Sin dudas, este festival puso bien alto el listón con respecto a futuras ediciones y demostró que esta es una oportunidad única para disfrutar del jazz “hecho en casa”, ese que bucea en los sonidos de nuestras raíces afrocubanas.