Alejandra Glez: historias, voces y mujeres
Llegué tarde a la entrevista. Fue una mezcla de mala suerte eterna con el transporte más un tobillo torcido. Iba segura de que saldría todo mal, ya ella me había dicho que tenía mucho trabajo.
Logré llegar a su estudio, en Playa, con mi tardanza y mi pie vendado, y me recibe desde el balcón Alejandra. La reconozco de varios lugares. Y es que a veces uno tiene la sensación de conocer a todos en La Habana, que 2 millones de personas es muy poco.
Subo al estudio que está todo revuelto, están los padres de Alejandra viendo donde queda mejor una de las piezas de “la niña”, como la llama su mamá. Estoy un rato como husmeando, viendo cómo se comunica con la gente de allí, viendo cómo camina entre sus fotos enormes y llenas de mujeres con historias. Siento buena vibra. Siento que será un gusto hablar con esa muchacha que ha hecho mucho con solo casi 23 años.
Le pido que me hable de su obra, me intriga saber qué cree ella de lo que hace, y me confirma lo que intuía: Alejandra no ha dado con ese discurso de ella como por casualidad, no “hace fotos” por moda, o porque sí. Es esencial para ella. Es vital y visceral. La historia de las mujeres que retrata, es también la historia de ella. Y así lo siente. Ella que solo tiene casi 23 años.
Trabajo la fotografía desde que tengo 16 años. Trabajo mucho con el cuerpo de la mujer; el tema del feminismo y el desnudo intentan dialogar con mi intensión de darle una posición a la mujer en la sociedad a nivel corporal. Me interesa romper las barreras del prejuicio del desnudo, de las censuras…
¿Por qué la fotografía?
Hay gente que me definen como fotógrafa, y es que en realidad ha sido la
solución técnica que he encontrado para dar con un resultado conceptual, pero
yo no me defino como fotógrafa. Para mí es algo muy grande decir eso y lleva un
peso detrás, que yo a lo mejor no tengo. La cámara me ha funcionado para poder desarrollar
cosas que tengo en la cabeza: sentimientos.
¿Qué hay detrás de cada foto? ¿Cómo llegas ahí?
Mi trabajo tiene algo que la mayoría de los espectadores no ven, que es mi proceso de trabajo. Mi proceso es doloroso. Cada personaje que entra en la obra es una historia, es una vida, es un dolor, es un trauma. Y lleva meses de estudio y conceptualización.
¿Cuál es tu relación con los sujetos que retratas? ¿Cómo te desprendes de sus historias?
Trabajo siempre las modelos como un reflejo de mí misma. Trabajo con sentimientos propios, todo el proceso creativo parte de mis vivencias como mujer y como yo me siento reflejada en la sociedad. Cuba es un país que institucionalmente no es machista. Las mujeres tienen los mismos derechos, y están protegidas por la ley. Sin embargo, a nivel cultural hay mucho machismo, somos súper agredidas cuando caminamos por la calle, está mal visto que andes sin sujetador; hay una serie de elementos culturales que siguen perturbando a la figura femenina. Entonces con el desnudo en la fotografía lo que trato es de normalizar el cuerpo de la mujer, y no que sea un escándalo.
Con Carmen, que es una serie que tengo, me pasé tres meses en Madrid trabajando con ella. Trabajando con sus traumas, me pasé mucho tiempo desarrollando cada pieza. El resultado final es una foto, pero el proceso son meses de investigación y de vivir con esas modelos y de sentirlas y de buscarme yo dentro de ellas… A veces no puedo desprenderme de ellas, y termina siendo muy doloroso. Porque llegas con una idea, pero cuando empiezas a trabajar con ella, y esa persona se abre contigo, empiezas a mezclar los sentimientos y puede llegar ser a muy desgarrador, la verdad.
¿Vas a participar en esta Bienal?
Estoy participando con el proyecto Detrás del Muro. Me dieron un espacio en la casa de los abuelos, interviniendo una habitación que es prácticamente una casa independiente. Estoy haciendo una instalación, video, mapping, fotografía, y performance.
La obra se va inaugurar el 14 de abril, y se llama Los límites del cuerpo y el espacio. Estoy trabajando con 4 modelos que pertenecen al proyecto social de Papito, del callejón de los peluqueros. Y aparentemente presentan una limitación física o corporal. Para este proyecto estoy trabajando con Daniela Friedman, arquitecta que está en el último año de la CUJAE, también está colaborando el músico Jorge Luis Lagarza.
Cada una de estas mujeres tiene un conflicto y lucha para superar ese conflicto, o vivir a pesar de ese conflicto. También en el marco de la Bienal vamos a inaugurar mi estudio La Plataforma, el día 16 de abril. La idea, es por supuesto, montar mis obras, pero también exponerla junto a la de otros dos artistas invitados: Gabriela Pez, que es una artista plástica que hace acuarela, y Raymond Herrera, él hace collage digital.
Yo he creado esta “plataforma” con mucha ayuda de Gabriela. La idea es que funcione como una base para que vengan conferencistas, artistas, todo lo que pueda existir de intercambio es bienvenido aquí. Vamos a hacer residencias y los artistas podrán exponer en el espacio.
La mayoría de la obra de Alejandra se ha
desarrollado fuera de Cuba, ella misma me confirma que ha trabajado en España,
Portugal, Francia, Holanda, Alemania, en Perú, en México. La galería que la representa
en España fue la que la dio a conocer como artista.
Pero ella quería más, quería además ser reconocida en su país…. Quería trabajar
en Cuba, y que su obra también fuera vista aquí.
¿No sientes que eres muy joven para haber hecho tanto?
Yo entré a la fotografía por problemas personales de mi vida privada, y necesitaba expresarlos de alguna manera. En realidad, siempre me gustó el arte, a pesar de que no vengo de una familia de artistas, y sentí que eso era una manera de poder expresarme. Así llegó la fotografía, en mi proceso de buscar una voz. Yo espero crear conciencia sobre el tema de la mujer y su espacio social y cultural.
Espero que con mi obra ese mensaje le llegue al espectador de una
manera u otra y que le pueda chocar de una manera u otra. Yo siento que lo que he hecho hasta ahora no es nada más que expresar sentimientos que se han generado dentro de mí. Y a través del arte he encontrado una salida.
¿Qué te queda por hacer?
Coño, me queda todo. Yo ahora mismo tengo dos galerías que me representan,
tengo La Acacia que me representa en Cuba, Aurora Vigil Escalera en España, y
he trabajado con Revolution en Perú. Yo creo que podría conseguir que me representen
más galerías. Ahora estoy exponiendo en un museo, para mí es importante el
hecho de exponer tan rápido en un museo, pero creo que puedo estar en museos
mejores, en galerías mejores, aunque mis galerías son súper
buenas, pero otras galerías en otros países. Estoy en muy buenas colecciones,
pero pudiera estar dentro de otras buenas colecciones.
No sé… cuando yo me visualizo dentro de 10 años me veo con una obra mucho más sólida, con mucho más trabajo, con una madurez interna más fuerte. Y que la obra esté en lugares donde ella se merezca estar: y si puede llegar a estar en el MOMA, ¿por qué no?