Luis Ramírez: Entre la pasión y la utilidad
Saber apreciar los secretos de lo simple no es un don de muchos. Pero más complejo aún resulta crear partiendo de ese concepto y poner en una sola pieza el universo del creador. “Todo parte del disfrute de ese pequeño instante en el que alguien se percata de tu pieza y la observa… y puedes ver, en su rostro, como viaja a través de cada posibilidad de significado. Ese momento hace que todas las horas de trabajo valgan la pena”. Por eso el diseñador Luis Ramírez ha decidido no dejar nunca de crear… de sorprenderse.
“En el 2014 logré el premio nacional de diseño con una colección en la que tuve la posibilidad de explotar un material que me fascina: la porcelana. Muchos piensan que es complicado trabajar con ella, pero para nada. Toda la colección la hice yo mismo en un mes. Con mis manos hice las piezas. Como todo en la vida, si tienes práctica se hace más sencillo”.
“Quise que fuera en blanco para aprovechar la transparencia del material y con las lámparas, por ejemplo, lograr una atmósfera muy apacible.
“La porcelana es, dentro de la cerámica, la expresión más alta de la pureza, es como decir en la madera, la caoba. A quién se le ocurre pintar la caoba, que de por sí es bellísima, con una betas impecables… entonces pintarla es un sacrilegio… lo mismo me pasa con la porcelana.
“Todas las piezas de la colección son una unidad, extremadamente sencillas a la vista. Pero realmente no lo son. Quise desafiar ese concepto de fragilidad de la porcelana, de inmovilidad, de pieza solo decorativa”.
Y es cierto, pues las piezas bailan al son del viento, se mueven sobre una base circular que impide la rigidez y parece entonces que la porcelana se contonea en esas curvas que han nacido de las manos de Luis Ramírez.
“Son los cubanos los que están en mi colección. Lo que veo cuando salgo a la calle y me inspira, es lo que moldean mis manos en el taller. Me cuesta mucho no pensar en esa soltura del cubano, en ese aire que tienen las mujeres cuando caminan. La caña de azúcar, está en mis piezas….
“El camino hasta esta colección ha sido largo. Imagínate que comenzó cuando me gradué de la universidad, de la facultad de diseño con una pieza de cerámica. Hasta hoy agradezco a esa obra porque para poder hacer varios ejemplares tuve que ir hasta la Isla de la Juventud, donde hay una fábrica de cerámica. Y ahí me quedé dos años diseñando varias piezas que fueron producidas. Luego fui a Santiago de Cuba, donde comenzó mi carrera profesional en la producción de mobiliario. El Hotel “Casa Granda”, por ejemplo, fue uno de mis primeros trabajos allá.
“Hasta hoy el camino ha sido largo, muy largo: el mobiliario y cerámica del Hotel «Santa Isabel»; del Restaurante «Café del Oriente», aquí en La Habana; del Hotel “Saratoga”; el mobiliario para el Teatro Martí; para el Hotel “Ambos Mundos”… han sido trabajos muy gratificantes, sobre todo porque cuando revisito cada sitio, es realmente placentero ver la utilidad de mi obra».
Y te digo, todos los esfuerzos valen, siempre valen. Hoy ya tengo mi propio taller de creación y reparación de muebles, donde ahora mismo se está reparando la mobiliaria del Capitolio.
Cuando me habla, puedo escuchar la complacencia de Luis por su obra. Sin embargo, al mirarlo, veo la excitación de quien tiene cosas por hacer.
En el tintero siempre quedan ideas. Por eso mismo en esta Bienal no pude estar de a lleno. Junto a la Fundación Caguayo participo en esta edición, pero hoy por hoy robo tiempo al tiempo para hacer todo lo que quiero. Mi pasión es ver una idea materializada y ver que las personas disfrutan la utilidad de mi arte.