Falete, Patax y Cimafunk calentaron el Karl Marx
La noche de ayer fue otra de lujo, como ha venido siendo cada jornada de esta décimo octava edición del Festival del Tambor “Guillermo Barreto in Memoriam”.
Esta vez buena parte de los melómanos en La Habana se movieron hasta el teatro Karl Marx para asistir a un espectáculo de más de dos horas que terminó con Cimafunk robándose las emociones y los aplausos en el escenario de los grandes acontecimientos.
La primera parte de la velada contó con la presencia, por segunda vez en Cuba, del artista español Falete, uno de los más reconocidos y consolidados en la escena del flamenco a nivel mundial.
Falete cantó algunos de los temas pertenecientes a su último fonograma, que incluye temas clásicos de la canción española de autores como Rocío Jurado y Rafael. Abrió con Lo siento, y estremeció el teatro con su potente voz, cantó Te quiero y el público coreó a la par. Finalmente la despidieron aplaudiendo de pie. Falete en 30 minutos llegó a los corazones de la gente en cada butaca y prometió volver a Cuba donde, afirmó, se siente como en casa.
Le siguió en la escena los también españoles Patax. Del flamenco al jazz, interpretando temas clásicos de la canción en inglés, como Billy Jeans, de Michael Jackson: Patax pasó de la música al baile en lo que resultó un gran performance en escena.
Invitaron a Mayito Rivera y el cubano llegó para hacerle un homenaje a la rumba y a los rumberos, por supuesto a ritmo de tambor y con su melodiosa voz de sonero como guía.
Pasadas las 10 pm llegó Brenda Navarrete cantando a capella y a manera de pregón. Pasó de los tambores batá a las tumbadoras siguiendo el ritmo con su voz con el virtuosismo que la caracteriza.
Terminada su actuación no abandonó el escenario, sino que se quedó para acompañar a Cimafunk y cantar con él Alabao.
El público se puso de pie y a gritar desde que escuchó que le tocaba el turno al músico-sensación del momento. El artista hizo un pequeño repaso de sus temas más populares pasando por Paciente, Ponte pa’ lo tuyo, Relaja’o y, por supuesto, para cerrar Me Voy. Se desdobló como nos tiene acostumbrados: todo de brillo, bailando sin parar, sonriendo todo el tiempo y respetando al público cantando como sabe.
Cuando la gente empezó a salir del teatro, aún con ganas de escuchar más de Cimafunk, era casi media noche. El parqueo, frente el Karl Marx, se preparaba para recibir a los rumberos Timbalaye y Obbiní Batá.