Edel Rodríguez: mi vida es un proceso creativo
Salió de Cuba solo con lo que tenía puesto. Un bote, el mar, llevaron a Edel Rodríguez hasta Estados Unidos en la década del 80, en una película que cerró 14 años después, cuando se convirtió en uno de los diseñadores de la revista TIME.
“Conocí a un fotógrafo de allí que había viajado en el mismo bote. Él se fijó en mí, y me dijo que creía me había fotografiado en ese viaje. Al otro día volvió con un portafolio de 20 fotos en las que aparecía toda la familia. ¡Fue tremenda sorpresa! Al fin pudimos cerrar esa historia con algo que documentó nuestras memorias”.
Con solo 27 años, Edel se convirtió en el director de diseño para las ediciones de TIME internacionales, gracias a su talento y a una profesora que le sugirió hacer una llamada para obtener una entrevista de trabajo.
De ahí surgirían numerosas portadas que mostrarían al mundo sus habilidades como ilustrador. Entre ellas, la polémica portada de TIME, donde la cabeza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parece “derretirse”, bajo el titular Total Meltdown.
La carrera de Edel como ilustrador se formó con tiempo. Él mismo asegura que llegó a muchos de los grandes clientes que hoy tiene dejando portafolios en sus oficinas.
Luego tocarían a su puerta trabajos con la Rolling Stone, Playboy, Reader’s Digest, The New York Times, The New Republic, Billboard, Der Spiegel, The Wall Street Journal, Fortune, The Crisis, entre otros.
“A mí me interesan los clientes que quieran hacer algo nuevo, expresar alguna opinión. Con el tiempo, casi todos los que me llaman ya saben la forma que trabajo. Así que no tengo que escoger tanto”, responde cuando le preguntamos cómo elige con quién trabajar.
El arte de Edel ─define al diseño como un tipo de arte, más allá de la dicotomía sobre si lo es─ está marcada e inspirada por el contexto social, al igual que el color rojo, recurrentes en sus obras.
“Cuando vine a Nueva York me involucré más en las ideas y temas del arte gráfico y en su conexión con los temas sociales”, dice, y confiesa además que Cuba también le inspira.
“Yo crecí en un pueblo pequeño, al sur de La Habana. Como niño siempre estaba en la cuadra. Mi abuelo era carpintero y lo veía inventando herramientas, machacando clavos para reusarlos, cosas así. En el pueblo había muchas tradiciones religiosas afrocubanas. Esas notas visuales y experiencias nunca se olvidan. Yo siento que cuando uno es creador, cuando pinta, cuando inventa, se vuelve niño otra vez».