Cuban Soho: el despertar de la danza árabe en Cuba
“Mi abuelo nació en el Líbano, pero vino a Cuba de pequeño. Era el mayor de los hermanos, así que se hizo abogado y ayudó a levantar la familia. De hecho, logró construir esta casa en Nuevo Vedado, una de las primeras de la zona”, nos cuenta Gretel S. Llabre, directora de la compañía de danza Cuban Soho, por cuyos talleres, fundados en 2006, ya han pasado alrededor de dos mil niñas y casi mil mujeres.
Practican diferentes danzas orientales, como la árabe, la persa, la turca o la india, y con el tiempo han comenzado a fusionarlas con danza contemporánea y ritmos afrocubanos. “Hay ensayos los siete días de la semana, a veces hasta muy tarde. La casa siempre está llena de gente, pero me gusta tenerla así”. En los rincones de los cuartos donde se hacen los ensayos hay juguetes regados. Hace un año y medio Gretel tuvo su primer hijo. “Todo ha sido muy natural. Se ha acostumbrado a la música, creo que desde que estaba embarazada le gustaba el sonido del tambor”.
Cuban Soho tiene talleres para niñas, para adolescentes e incluso para mujeres de la tercera edad. “Tuvimos una alumna de setenta y seis años”, cuenta Gretel, “algunas danzas orientales también pueden cumplir una función terapéutica, pueden ser buenas para la salud y la autoestima”. Han trabajado con transexuales, y no descartan algún día agregar un taller para hombres: muchas danzas folclóricas orientales también eran bailadas por los hombres. “Hasta ahora no hemos tenido ningún bailarín. Los músicos a veces tratan, pero cuando creen que nadie los está viendo”, bromea Olivia Robles Tamayo, una de las profesoras de la compañía.
Las profesoras proceden de los sitios más disímiles. Ileana Cubas es doctora especialista en inmunología. Johanna González Veras estudió en los Camilitos. Annalay Alemán Díaz había estudiado para ser inspectora de aduanas. Olivia, empezó a los nueve años en la compañía de Lizt Alfonso y a los catorce entró en Cuban Soho. “El baile español es más violento, y la danza árabe me permitía expresarme con mayor comodidad”, nos dice.
Aunque desde mucho antes había pequeños talleres de danza árabe y oriental en la Isla, Cuban Soho fue la primera compañía en desarrollar, específicamente, la danza del vientre. Desde sus diferentes variantes (la libanesa, la turca o la egipcia) la danza del vientre ha representado el punto clave para las muchachas. “De niña veía la danza del vientre de Shakira y quería hacer lo mismo que ella, es un trauma generacional”, confiesa Jennifer Valdés, que ha estado en Cuban Soho desde que empezaron los talleres. “Entramos mi hermana gemela y yo. Somos igualitas. Mucha gente cuando ve los videos viejos no logra decir cuál era cuál”.
Bailan varias horas al día, casi todos los días de la semana, ya sea en ensayos, presentaciones o talleres. A veces les cuesta lidiar con las amistades o las parejas: su carrera les exige mucho tiempo y sacrificio.
Las bailarinas también deben enfrentarse a la pedagogía. “Al principio no me veía como profesora, prefiero aprender antes que enseñar, pero por el camino le he cogido la vuelta”, dice Yorailis Vicente Chaviano. Como las demás bailarinas de la compañía, Yorailis tiene sus propios ídolos. “Ansuya, Amargamar, Tiffany Madera, son nombres que me han inspirado”.
Tiffany Madera, según Gretel, fue la que lo comenzó todo. “Al principio, en 2004, nos llamábamos AISHA Al Hanan, porque Hanan era el nombre artístico de Tiffany. Gracias a ella vino lo demás”, explica. Cuban Soho, ya bajo la dirección de Gretel, ha organizado tres festivales internacionales, llamados Havana Habibi, en colaboración con Tiffany: uno en 2016, otro en 2018 y otro más en el 2019.
Las bailarinas de Cuban Soho han actuado en los espacios más disímiles, y la compañía ha sabido alternar las incorporaciones más recientes de las danzas orientales con los estilos más antiguos. “Los sables y las alas son inventos modernos, y también la danza del velo”, explica Olivia. La llamada danza de la vela, que antes se hacía con fuego, ahora la hacen con una vela falsa dentro de un vaso.
Cuban Soho prefiere las presentaciones con música en vivo. “Los músicos son parte de la familia. Empezamos con Franqui Corbea. Él estuvo con nosotros hasta hace poco. Nos dejó muchas canciones y nos abrió muchísimo el camino”, dice Jennifer.
“Se ha creado una hermandad entre nosotros, y siento que las bailarinas son como mis hijas”, confiesa Gretel, orgullosa. “Cada persona que llega le aporta algo nuevo a la compañía. Una de las experiencias más interesantes ha sido notar cómo todas las bailarinas, pese haber aprendido los mismos pasos, los asumen de maneras diferentes, los hacen suyos”.
La compañía, vista como una gran familia, ha hecho que las muchachas se integren y se desarrollen de manera orgánica. “Cuando era niña me encantaba bailar, pero no bailaba en público, ni siquiera en las fiestas familiares, me daba demasiada pena”, cuenta Annalay.
Las danzas orientales permiten expresar alegría o desconsuelo, sensualidad o inocencia. La apuesta de Cuban Soho tiene la desventaja de su un contexto donde la cultura oriental es casi desconocida, pero también la ventaja de su singularidad y de su virtuosismo. La danza, como la música, es un lenguaje universal, y la virtud que pueda desprenderse de ella brilla por igual en el ojo del experto y en el ojo del espectador novato y deslumbrado