Luis Silva: un tipo de los tiempos modernos
Luis Silva no conoce la autocensura. Eso de estar limitando su discurso y escondiendo lo que piensa no va con su personalidad. Se mantiene ecuánime y firme en sus criterios. Por supuesto, no dispara a boca de jarro ofensas gratuitas, solo se afianza a los hechos, a su pensamiento estructurado, analítico y lógico, que no le permite andar con paños tibios.
Todos los días llaman a la puerta de su casa, lo mismo para pedirle una foto que para plantearle un problema, como si él fuera un buzón de quejas y sugerencias. A casi veinte años de haber creado el personaje de Pánfilo, del monólogo “El pan en los tiempos de cólera”, de los primeros festivales de artistas aficionados, de sus incursiones como presentador televisivo, de los premios en el festival del humor Aquelarre y de la consecuente habilitación como actor profesional, aún no ha nacido a quien le venga mejor el refrán “¡Al pan, pan!”.
¿Qué ha implicado para ti conocer que las personas tomen en cuenta tus opiniones y criterios relacionados con asuntos medulares de la realidad cubana?
«Aún no he concientizado la importancia de lo que he hecho, cómo me he convertido a nivel social en líder de opinión. Por eso hablo dondequiera sin mirar quién me está escuchando. Siempre digo lo que pienso, gústele a quien le guste. Es difícil, porque puedo ser mal interpretado.
«Las cosas que digo, tanto en la boca del personaje de Pánfilo, como en los momentos cómicos-serios en las galas de los Lucas, agradan principalmente porque estoy del lado de los que pasan trabajo, del cubano de a pie. Siempre estoy pensando en las colas, en los viejitos, en la gente que está montada en una guagua, veo las paradas llenas y sufro.
«Lo que más me dicen en la calle es: tú siempre la pones, tú sueltas las verdades como son. Hay tanta falta de verdades, tanta necesidad de que los medios y la gente conocida diga lo que siente sin rodeos, creo que esta es la causa de que se le dé esa connotación a mi trabajo».
Hablando de problemas de Cuba, del mundo y sus realidades, ¿cuál es tu opinión sobre el cambio climático, lo saturado que se encuentra el planeta hoy y las epidemias?
«No sé mucho de eso. Sé que hay cierta división de ideas, de pensamiento. Algunos opinan que es falso el cambio climático, yo me inclino a pensar que sí, que existe. Me pongo muy nervioso cuando leo noticias fatalistas de que en 30 años no tendremos agua, que en 50 años la Tierra estará en un estado donde la gente se matará por un cubo del líquido. Ese tipo de cosas me ponen histérico. Ojalá se pudiera revertir todo lo que ha perdido la Tierra en los últimos años de la mano del hombre.
«Ahora mismo, el tema de internet y las redes sociales hace que las cosas se sobredimensionen. El coronavirus ha hecho que la gente esté como loca Entonces hay que saber encontrar los artículos serios que te explican que hemos tenido otras epidemias más fuertes, más mortíferas y que de alguna manera el coronavirus tiene cierto control, es una epidemia que puede convertirse en pandemia, que pueden tener todos los países, sí, pero hay que estar atentos y precavidos. Yo soy muy quisquilloso con la limpieza, me lavo mucho las manos, no tengo que esperar a que me lo digan en la televisión. A mi familia siempre le he inculcado eso».
Hace algunos años, los compromisos de trabajo no te permitieron continuar impartiendo clases en la Universidad de La Habana. ¿Es posible dejar de ser maestro?
«Me gradué de Cibernética en el 2002, y a partir de ahí me quedé dando clases hasta el 2010. Extraño mucho dar clases. De hecho, en los ensayos de Vivir del Cuento a veces hablo y explico cosas que he aprendido del humor de la comedia y siento que me falta una pizarra para expresarme.
«Se extraña el aula, la tiza, el borrador, examinar, que los estudiantes te hagan preguntas. No descarto un día volver a dar clases. Me gustaría estar delante de estudiantes explicando lo que sé».
¿Qué es para Luis Silva el béisbol? ¿Por qué disfrutas tanto jugar este deporte?
«Desde hace casi diez años el Centro Promotor del Humor me invitó a jugar, se hizo el equipo de los Cómicos. Cada vez que hemos ido a jugar a una provincia ha sido un espectáculo. Hemos jugado incluso de noche, nos han encendido los estadios. Y se han llenado incluso más que en la Serie Nacional, aunque esto es lamentable.
«Nosotros no vamos a hacer payasadas, vamos a jugar porque nos gusta. A esa hora no quiero que me hablen de trabajo, ni de humor. Yo soy pelotero en el terreno, me pongo mis cosas y me creo que soy el loco de la pelota. Vivo ese momento, me relaja. Si me llaman para hacer un show, un día que tengo juego de pelota, no acepto el trabajo. Yo necesito jugar, estar en el terreno, batear, correr, coger pelotas, tirarme. Para mí el béisbol es una necesidad».
Casi siempre te haces acompañar por tu esposa e hijos en las diferentes presentaciones, tanto en provincia como fuera de Cuba. ¿Por qué tienes esa costumbre?
«Al trabajar mucho siento que me falta el tiempo para la familia. Lo que he inventado es llevármelos al trabajo, mientras pueda. Es la forma de saber que estoy trabajando, pero que seguimos compartiendo ese momento de familia. Aquí en la casa, nos dedicamos tiempo a los cuatro. Jugamos mucho, sobretodo cosas donde haya que pensar, así aprenden Pilar y Luis Danielito. Estamos muy orgullosos de ambos».
¿Cómo es la Cuba ideal para Luis Silva?
No pasar tanto trabajo, para mí es el primer lineamiento, de todos los que se hicieron hace unos años. Todos los problemas que tiene el país, se reducen a que uno pasa trabajo para todo, para hacer un trámite, para comprar comida, en fin. Mi sueño es que la gente viva lo mejor posible, sin tanta amargura. Al cubano lo ves en la calle, con el rostro caído en las paradas, en las colas… eso me afecta, me pone mal. Mi Cuba ideal es una Cuba donde las cosas se hagan bien. Que las cosas se compren, no se resuelvan. Lamentablemente hay gente dentro y fuera de la Isla que vive de que pasemos trabajo. Cuando ese lineamiento se logre, el resto se solucionará solo.
NOTA: Hemos publicado un extracto, puede leer la entrevista completa descargando el último número de VISTAR.