Dos diseñadores tras la identidad de La Habana 500 (+Entrevista)
¿Cómo lograr que una imagen valga más que mil palabras y al mismo tiempo conceptos, historia y tradiciones? ¿Cómo agarrar la esencia de La Habana sin que se te escape entre los dedos? Las respuestas a estas interrogantes parecen tenerlas Joan Mendoza y Biadice Quiñones, dos jóvenes recién graduados del Instituto Superior de Diseño (ISDI) que se enfrentaron a una tarea jamás impuesta, la de crear una marca para la capital y todo un complejo diseño de identidad.
En un proceso similar al que utilizan las grandes empresas y compañías para tener un sello identificable a todo tipo de público, las ciudades también elaboran una estrategia de comunicación en la que engloban su esencia y atractivos con el objetivo de visibilizarse y estrechar vínculos de pertenencia con los habitantes.
En conteo regresivo para arribar a sus 500 años, La Habana necesitaba un empujón, una marca de identidad donde el diseño gráfico jugara un papel decisivo. Para Joan y Biadice era grande el reto de resumir la condición visceral de la capital de todos los cubanos, absorber el vínculo emocional que sienten los habaneros y que va más allá de lo racional; encontrar el leitmotiv perfecto capaz de englobar los encantos de la ciudad y luego plasmar todo eso en un logo y un eslogan.
“Fue un proceso de creación muy atípico donde era importante crear la marca y un sistema de comunicación completo capaz de representar la capital. Queríamos cambiar el concepto de cómo se ve La Habana normalmente, crear algo nuevo. La idea era marcar un punto máscontemporáneo para la ciudad y su gente, mostrar la diversidad y el crecimiento. Esta es una marca nueva para la capital, pero también para el resto del mundo, otra cara de La Habana a nivel nacional e internacional”, explica Joan.
Joan y Biadice llevan años desarrollando proyectos mano a mano. La historia de estos dos jóvenes se remonta a cuando compaginaban sus estudios de diseño gráfico en el ISDI con las campañas de la Asociación Hermanos Saíz. Sin embargo, al preguntarles si alguna vez se habían enfrentado a un trabajo tan ambicioso y de tanta responsabilidad, ambos sacuden la cabeza de lado a lado.
“Cuando se repartieron los temas de tesis uno de ellos era el diseño de la campaña por el 500 aniversario y nosotros fuimos los escogidos para desarrollarlo. Durante seis meses estuvimos trabajando en esto, al tiempo que también hacíamos un estudio de referentes y mercado junto a la Facultad de Comunicación. Luego nos encargamos de la parte creativa, conceptualizar el contenido y llevarlo a la imagen”, cuenta Biadice.
Estos muchachos no esperaron a que la musa cayera del cielo y se clavara en el Malecón. Así se lanzaron en aras de desarrollar un diseño que desoyera las convenciones y una estética transgresora capaz de diluir símbolos ancestrales.
“Tratamos de fusionar dos conceptos diferentes. Biadice manejó una arista más convencional y tipografiada y yo me fui por el lado moderno y tecnológico. Después los fusionamos. El logo intenta transmitir la belleza del litoral habanero y sus características urbanísticas a través de las diferentes alturas de las letras, mientras que los colores usados en el diseño reflejaron la diversidad de La Habana, el azul del mar y el cielo, el verde de los parques, el rojo de las azoteas y el ocre de las zonas más antiguas”, afirma Joan.
Pero el complicado proceso de construcción de la identidad de una ciudad no culmina en el logo; para lograr el máximo reconocimiento también es necesario engranar un eslogan. Para Joan este fue un momento clave durante el desarrollo de la campaña: “Hay dos eslóganes: La Habana real y maravillosa que viene de una conceptualización de la marca ciudad y Por La Habana lo más grande que es el más movilizativo y está pensado para aglutinar a los habaneros, por eso se expresa mejor con una imagen detrás. Es una campaña social, de apoyo a la ciudad”.
La visión que la generación Z tiene de la realidad tiende a ser más dinámica y novedosa, desprendida de formas manidas y lugares comunes. No por gusto en la campaña de identidad del 500 aniversario se dio rienda suelta al protagonismo de los jóvenes.
“Pienso que andaban buscando algo nuevo, mentes más frescas que se enfocaran de lleno en este proyecto y volcaran en él todos sus conocimientos. El ISDI tiene como objetivo que todas las empresas e instituciones comprendan la importancia del diseño y, por esa razón, los trabajos de tesis son temas reales que deben quedar listos para su producción e implementación”, dice Joan.
Romper el hielo con respecto al papel del diseño en la vida diaria del cubano para concebir una ciudad más comprensible, ordenada y hermosa está en el punto de mira de estos jóvenes. Ambos concuerdan que su objetivo a partir de ahora es elevar el nivel de conciencia y en este aspecto Biadice tiene mucho que decir: “Sueño con el despegue de la cultura del diseño en Cuba y con acápites en nuestras leyes capaces de garantizar que cualquier negocio, institución o firma que suelte amarras reúna determinados requerimientos de diseño”.