
Santiago Feliú: Cuando los años no alcanzan
Hoy, a cinco años de la muerte de Santiago Feliú, son muchos los que siguen soñando con sus canciones. La música cubana ha parido grandes maestros, pero Santi era único en su tipo, su guitarra a la manera zurda y enrevesada tejió melodías de luz para todos los que se acercaran deseosos de una poética sincera.
El autor de “Ansias del alba” murió con solo 51 años, sin embargo, dejó alrededor de 16 materiales discográficos entre compilaciones en vivo o colectivas y álbumes de estudio. Santiago legó a su público un mar de canciones que marcaron una época, definieron momentos importantes de la historia de los cubanos y le dieron a muchos un soplo de aire cuando no había otro consuelo más allá de escuchar un buen tema y apretar los dientes.

Los que asistieron a aquel primer homenaje que se organizó en el patio del Instituto de la Música no olvidan los rostros de colegas y amigos desorientados ante la sorpresa de una muerte sin aviso. Polito Ibáñez, Frank Fernández, Aldo López Gavilán, Corina Mestre, Gerardo Alfonso…todos los conocidos y los desconocidos se agruparon sobre el césped a compartir una tristeza similar.
Santiago nos hizo reír, llorar, pensar, nos habló de amores, de odios y de hombres. Y se queda para siempre con todos los que atesoran su música. El repentista Alexis Díaz Pimienta improvisó en aquella ocasión unos versos para el hermano, el amigo, el poeta de siempre:
Estaba tocando el piano
Cuando sintió un dolor fuerte.
Callada llegó la muerte
Para callar al hermano.
Estaba tocando el piano
Tranquilo, de madrugada.
Estaba como si nada,
Como siempre, componiendo,
Estaba sueños tejiendo,
Con el sol en la mirada.
Estaba tocando el piano
Cuando la muerte llegó.
Una canción se quedó,
Sangrando entre mano y mano.
Estaba tocando el piano
Cuando se le fue la vida.
Su cuerpo tuvo una herida
Que no pudo soportar.
En todo Infanta y Manglar
Se escuchó su voz dormida.
Estaba tocando el piano,
Componiendo una canción,
Diciéndole a la razón:
Aún queda aquí un ser humano.
Estaba tocando el piano,
Donde quiera se escuchaba
Una tercera, una octava,
Una tecla, otra, su voz.
Y de pronto pasó Dios
Porque lo necesitaba.
Todo el mundo lo recuerda
Como un hombre coherente,
Viviendo derechamente,
Pero soñando a la izquierda.
Su mano zurda concuerda
Con el zurdo ser humano.
Muerte, quisiste temprano
Callarlo, ponerlo triste.
Muerte, pero te jodiste
Estaba tocando el piano.