En busca de la libertad que nunca hemos tenido
Los derechos y libertades de las mujeres no son algo para celebrar o defender un solo día en todo el año. Sobre esa libertad que nunca hemos tenido, deberíamos hablar las mujeres cada día de nuestras vidas.
Es 8 de marzo y en el mundo entero se celebra el Día Internacional de la Mujer. No obstante, se hace preciso articular una mirada crítica que evite la banalización de una fecha que, en vez de un festejo, debería ser un auténtico grito de emancipación.
El feminismo, y los derechos y libertades de las mujeres, no son algo para celebrar o defender un solo día en todo el año. La invitación es a actuar plenamente conscientes de quiénes somos y qué representamos en la sociedad y en nuestras propias vidas como mujeres. Sin embargo, no se trata únicamente de eso.
En los últimos tiempos, el reclamo femenino ha variado en sus exigencias. Las mujeres ya no pedimos, simplemente, igualdad con el hombre, pues en una sociedad totalmente patriarcal eso sería pactar con la desventaja.
Actualmente, las mujeres pedimos un real empoderamiento, y para ello, desafiamos los constructos sociales que, a través de la historia, han coartado nuestro potencial: la familia, los roles de género, los arquetipos de belleza, et al.
Algunos antecedentes
En la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía, redactada en 1791 por Olympe de Gouges, se propone la emancipación femenina en el sentido de la igualdad de derechos, así como el sufragio por parte de las mujeres.
En el año 1908, mujeres trabajadoras del sector textil en Estados Unidos iniciaron una serie de protestas, lo que derivó en la muerte de 145 de ellas. Se decidió entonces, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhague de 1910, a propuesta de Clara Zetkin, comenzar a conmemorar el Día de la Mujer el 8 de marzo.
A lo largo del tiempo muchas fueron las féminas que lucharon por sus derechos y otras tantas las que perdieron su vida o corrieron grandes riesgos con ello.
En 1975 la ONU celebró el Año Internacional de la Mujer. Pero no fue hasta 1977, cuando las Naciones Unidas dieron carácter oficial a esta celebración como el Día Internacional de los Derechos de las Mujeres, poniendo incluso un lema a cada celebración. Este 2021 el lema para la fecha es “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”.
Los verdaderos derechos conquistados
Pero en un mundo patriarcal, es muy difícil tener logros verdaderamente feministas. La historia, los cánones de conducta y educación, la familia y los roles en la sociedad ¡Todo está permeado por una mirada patriarcal!
Tanto es así que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Somos mujeres y asumimos roles opresores de nuestra verdadera libertad e igualdad, de nuestra verdadera identidad como féminas, de nuestros verdaderos derechos.
Quizás pienses que es una exageración, pero la mujer sigue siendo vista como la parte débil de la sociedad, que necesita el cuidado y protección de un hombre.
Haciéndote preguntas
Piénsalo bien, ¿cuántas mujeres son incomprendidas en el mundo simplemente porque no desean tener hijos? ¿Cuántas son miradas con cierta compasión porque tienen más de treinta y aún no se han casado o formado una familia?
¿Cuántas mujeres son incomprendidas en el mundo simplemente porque no desean tener hijos?
En los roles hogareños, ¿cuántas tienen sobre sus hombros la doble jornada laboral al llegar a su hogar y tener la obligación no escrita de ser el papel de ama de casa? ¿Cuántas viven bajo la frase “los hijos son de las madres” y crían solas a sus hijos después de un divorcio?
En su andar cotidiano, ¿cuántas son víctima de acoso en las calles al ser piropeadas de manera agresiva u ofensiva, sin importar la ropa que lleven puesta? ¿Cuán arraigada está la idea de que un hombre no puede evitar piropear a una mujer porque esta “anda provocando” por la manera en que se viste? ¿Cuántos niños son educados para que tengan muchas “jevitas” y piropeen a las niñas?
¿Necesitamos realmente ser rescatadas?
En su papel de pareja, ¿cuántas viven la historia de romance del príncipe azul o el hombre perfecto que las rescata del castillo y es todo para ellas? ¿Necesitamos realmente ser rescatadas? ¿Necesitamos realmente la historia de amor o el romance heterosexual estereotipado para ser mujeres plenamente felices? ¿Es necesaria una pareja para lograr esto? ¿Cuántas sufren la presión social de arreglarse y estar impecables para lograr atraer a su pareja ideal?
Y si vamos a la visión de nosotras mismas, ¿cuántas ven su propio cuerpo o los procesos del mismo como algo sucio o pecaminoso que no se atreven ni a nombrar? ¿Cuántas se sienten débiles o frágiles ante la menstruación o el embarazo?
¿Cuántas reprimen sus deseos más puramente sexuales por temor al qué dirán? ¿Cuántas se repliegan a la voluntad de un hombre por complacerlos en las relaciones sexuales? ¿Cuántas ni siquiera saben lo que es disfrutar plenamente de su propia sexualidad, del conocimiento y exploración de su propio cuerpo, de la libertad de sentir todo el placer posible sin tener que dar nada a cambio?
La lista de preguntas podría ser bastante más larga. Y las cifras en las respuestas acaso no revelarían del todo la realidad.
Mujeres empoderadas
El término se puso de moda en Cuba hace ya algunos años, y funciona, como en el resto del mundo, para denominar a aquellas mujeres independientes, que se reconocen por llevar a cabo iniciativas, movimientos, negocios y proyectos sin distinciones de campos dentro de la producción humana.
Una mujer empoderada es sinónimo de una mujer que conquistó su propia autonomía, un espacio de libertad inalienable que configura en ella otra visión de las relaciones sociales. Entonces, el concepto de empoderamiento femenino guarda un conjunto de significados que reescriben las nociones de poder que históricamente han desfavorecido a las mujeres, al relegarlas a un papel de seguidoras sin opinión ni voluntad individual.
En Cuba, no son palpables ciertos conflictos que todavía marcan la realidad continental -y buena parte del mundo- en lo que se refiere a libertad de salud reproductiva, derechos sexuales, salario igualitario y participación de la mujer en la vida pública.
Sin embargo, aún quedan otros prejuicios por derribar. Mientras la noción de empoderamiento femenino cada vez toma más fuerza en nuestro contexto, se vuelve un indicador de progreso social que inspira a remover doctrinas y rezagos del machismo tradicional, las mujeres debemos ser más conscientes de cuáles son los obstáculo y límites que se nos siguen imponiendo desde los prejuicios de género.
El empoderamiento femenino cuenta entre sus finalidades que cada vez más mujeres sean líderes de opinión y tengan una visibilidad indiscutible en los medios y las estructuras de poder. Esto último, podría conducirnos a un estado de efectivas reivindicaciones políticas y sociales, al margen de la tergiversación que siempre ejerce el patriarcado sobre nuestra narrativa. Es decir: que mientras más mujeres se emancipan, más mujeres tienen la oportunidad de tomar decisiones por sí mismas.
Sobre esa libertad que nunca hemos tenido del todo, es que deberíamos hablar y, sobre todo bregar, las mujeres cada día de nuestras vidas.