
Carlos Varela lanzará «El Grito Mudo» este viernes en las plataformas digitales
Ha llegado el día. Este 8 de noviembre se materializará la publicación de El Grito Mudo en todas las plataformas digitales, tal y como hace unos meses informaba Carlos Varela, en entrevista exclusiva a VISTAR, con todos los detalles de su noveno fonograma.

Me habló de cada una de las trece piezas musicales y del epílogo. Enunció fragmentos de las letras de las nuevas canciones, mientras me comentaba sobre los arreglos musicales que ideó junto a su coproductor Adolfo Martínez. Yo no podía hacer otra cosa que quedarme muda, por muy paradójico que fuera en una entrevista.
Hoy el reto me supera emocionalmente. Varela y su Olivia me regalaron el disco. Muda, otra vez. Cómo llenar de palabras un documento en blanco contando al mundo la obra que podrá escuchar a partir de este viernes. Cómo valorar los quince tracks que de seguro se convertirán en los nuevos himnos tatuados en las almas de quienes lo escuchen, como ya lo hizo en la mía.

El Grito Mudo es un viaje extrasensorial. Con «Why not?», lloro. En «El Bostezo de la Espera», me siento encerrada. Cuando suena «El Grito Mudo», la impotencia se adueña de mí. «Volando Slowly», me hace volar. Con «Emigrantes», no paro de cantar los melismas y ver el mapa del mundo en mi mente. Llega «Perdón», y además de intentar hacer la clave de la guajira cubana me produce mucha calma.
«California» me traspasa y aporta una nueva forma de abrigar la relación entre nuestra Cuba y los Estados Unidos. «Origami», una nueva definición del concepto de amor. Suena «Ni yo soy yo», y me siento fuerte. «De espaldas a La Época», «Serguei el cosmonauta», la nostalgia me abruma inconsolablemente. Con «Parte del juego», la rabia se apodera de mí. «Why not? (de noche)» y «Adiós», son los pasajes y a la vez destino. Todas, un puerto seguro a sensaciones indescriptibles que se esconden tras las historias narradas hechas canción.
Con historias del mundo, de las realidades que vivimos todos, no solo los cubanos, Varela grita al universo con la esperanza de despertarlo del letargo que conlleva quedarnos en silencio. Una denuncia contra todos los que han amordazado hasta callar a quienes se han atrevido a ripostar y a enfrentarse a lo dispuesto en cada contexto. Pero a la vez un llamado de atención a todos los que han hecho del mutismo una elección de vida.

Mientras repaso una y otra vez el álbum, siento al Varela de siempre, el que le canta a la emigración, la desilusión, al miedo, a las pérdidas y al amor. También advierto a un Carlos más universal aún. El Grito Mudo atraviesa nuestra Isla, pero también cruza los mares con un discurso filosófico donde grita con rabia un cambio.
Aprovechando la amistad entre Carlos y Adolfo Martínez (Fito), coproductor de este fonograma, le dejo de regalo a Carlos unas breves declaraciones ofrecidas por Fito.
“Carlos y yo trabajamos en comunión. Muy cómodos el uno con el otro. Nos conocemos hace más de 20 años y tenemos muchos puntos en común. Además de una preferencia compartida por una sonoridad y mucha música que forma parte de lo que somos, y que tiene una influencia tanto en él como creador y en mí como ingeniero de sonido y productor”, me relata Fito.

“’El Grito mudo’ es un disco que tiene un par de ingredientes muy importantes: pasión y dedicación. Por parte de Carlos y por mi parte otro tanto, realmente lo pasamos muy bien. Al igual que cuando No es el fin es una pena que hayamos tenido 10 años entre aquella fiesta y esta última”, me asegura el reconocido ingeniero.
Los invitados principales en la grabación de El grito mudo son Rodney Barreto, Antuán Perugorría y Michel Pérez en las baterías. El bajista todo el tiempo es Julio César González. Jorgito Aragón hizo el piano en «¿Why not? (de noche)». Los coros y voces son de Ailén Solanes, Héctor Téllez Jr y Daymé Arocena, además de Fito y el propio Carlos. El autor de la obra y el diseño de portada es Erik Ravelo.

El próximo 15 de noviembre se estará estrenando en YouTube un video arte del tema «Why not?», con la autoría del artista Nestor Kim.