Alejandro González Intento generar una verdad fotográfica
Alejandro González llegó a la fotografía buscando la urgencia de un clic, para generar en apenas un instante, diversas interacciones con su contexto. Motivado por un espíritu de revisión crítica, a través de sus instantáneas el artista revela, reconstruye, manipula y reinterpreta realidades que, en ocasiones, no han sido vividas personalmente, pero que forman parte de las verdades silenciadas por los medios de comunicación.
Aunque sus inicios profesionales estuvieron ligados a las labores de prensa, Alejandro nunca se identificó con esta ruta creativa. Sus primeras series como autor, marcaron el inicio de una intensión que hoy se mantiene amén de las diferencias discursivas: mostrar los hechos y los procesos desde una perspectiva más amplia y desmitificadora.
“Siempre me ha motivado lo mismo, cuando miro mis trabajos anteriores, siento que hay determinada conexión con las primeras cosas que hice. Me interesa reflexionar con la fotografía, señalar la realidad crítica, social y política. En los últimos cinco años me he dedicado a recrear momentos históricos y armarlos según mi perspectiva, reconstruirlos a partir de mi visión”, expresó este creador que en la 12 Bienal de La Habana, expuso la serie Quinquenio Gris.
“Intento generar una verdad fotográfica y aunque en la actualidad ese carácter ha desaparecido, yo aprovecho las posibilidades de conocer nuevas realidades y repensarlas”, asegura González, quien no concibe salir a la calle en busca de instantáneas, sin antes pasar por un proceso de razonamiento y construcción de la idea.
“No creo ya en el instante decisivo, y aunque he intentado trabajar en otros medios, tengo el lenguaje bidimensional muy enquistado en mí. Antes sufría mucho con el día a día, me obsesionaba la idea de no poder estar siempre presente en aquellos sucesos que me interesaban, por eso decidí trabajar con maquetas de cartón y figurantes de plomo. Así surge Quinquenio Gris, cinco imágenes con distintos escenarios, en las cuales ventilo mis opiniones con otro tono”.
Lo pesado, denso y rígido del suceso histórico, es contado ahora a través de la simbología del plomo, retratado en un contexto de luces y sombras que señala la interpretación personal del autor sobre los acontecimientos de ese período. “Me gusta trabajar con esta metodología y construir los espacios a escala, es un juego que me permite reflexionar sin presión, e investigar sobre esos momentos de la historia de Cuba. No es nada idílico u onírico, pero me permite atrapar y luego dialogar sobre los antecedentes que respaldan a cada imagen. Yo quiero poder hacer fotos controlando lo que hay en ellas”.