Kelvis Ochoa y David Torrens cantaron a Silvio y Pablo (+ Foto)
Kelvis Ochoa y David Torrens, con José María Vitier al paino, cantaron a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés desde la plaza San Francisco de Asís de la Habana Vieja.
A 30 años de la expedición en canoa del Amazonas al Caribe, protagonizada por Antonio Núñez Jiménez, La Habana recordó aquella hazaña con un grupo de actividades que culminó con un concierto con sabor a la Nueva Trova cubana.
Pasadas las 9 de la noche empezó la música. Kelvis Ochoa y David Torrens, acompañados por el gran pianista José María Vitier y una banda de pequeño formato, cantaron alguna de las canciones más memorables de Silvio y Pablo.
A pesar de que el audio no estuvo a la par del talento de los artistas, fue una hermosa velada. Kelvis y David cantaron a dúo y por separado aquellos temas que se han convertido en clásicos de la canción cubana, como “Óleo de una mujer con sombrero” y “Unicornio azul”.
La noche abrió con “Yolanda”, interpretada a dúo por los cantautores. Ellos una y otra vez recordaban que aquel concierto no era un homenaje, “porque aun Silvio y Pablo andan regalando su música en conciertos”, sino que significaba todo un honor poder cantarle a dos grandes.
Los asistentes, diseminados por la Plaza, se sentaron por el piso para disfrutar de la noche con total complicidad. El tararero de las canciones se convertía en un coro gigante, y la luz tenue de la tarde noche combinada con las melodías completaba la magia del sitio.
A pesar del calor, nadie pudo dejar de buscar con la mirada a José María Vitier. El piano tomó la plaza, sonaba hermoso. La gente cantaba esas canciones que se sabe de siempre, que son parte de la banda sonora de nuestro país, como “Pequeña serenata diurna”. Cada tema terminaba en una gran ovación como si fuera el más esperado de la noche.
Desde los celulares, los espectadores querían llevarse una canción grabada, un pedazo del concierto. Y aunque la presentación acabó más rápido de lo esperado y la gente se quedó con ganas de seguir cantando, no pudo evitar regalarles un aplauso interminable.