Las siete prendas vergonzosas que toda mujer guarda en su closet
No importa si tienes 16 años o más de 60, todas las mujeres por más chics y fabulosas que seamos, guardamos en nuestro closet una serie de prendas, de las cuales no estamos muy orgullosas que digamos.
Sin embargo, no imaginamos nuestra vida sin ellas, ya sea porque nos han acompañado durante mucho tiempo, o porque nos hacen sentir sexys y especiales.
Por eso VISTAR te ha preparado un top de las prendas más vergonzosas de ropa que toda mujer guarda en su closet. No te sientas culpable si posees más de una, o todas ellas.
Los jeans de flaca
Aunque pocos son los valientes que viven 24×24 a dieta, el resto de los mortales, amén de mantenernos saludables, pocas veces logramos vernos como sílfides. Pero hay dos, tres, cuatro veces en la vida, aunque sea después de haber padecido una severa infección intestinal, en que nos miramos al espejo y decidimos comprarnos un jeans de esta talla falsa, momentánea e ideal.
Cuando pagas por él es demasiado tarde, has creado un monstro: el “jean de flaca”. Entonces lo cuelgas durante meses en el fondo del armario, añorando las dichas de épocas de pasadas cuando pudiste entrar en él.
El que diga que con un pedazo de tela inanimado no se puede establecer una relación de amor-odio, es porque hasta la fecha nunca ha tenido un “jean de flaca”
El inmortal
Siempre luce bien, aunque es más viejo que matusalén. Es ese vestido o blusa que está contigo desde hace aproximadamente cuatro años (aunque se han dado casos más extremos), pero que igualmente te reúsas a botarlo, porque “te tira el salve” en cualquier ocasión.
¿Tienes un compromiso donde el código de vestir ronda sobre lo presentable, pero tu tiempo para escoger el outfit perfecto es reducido? Es en esos instantes, cuando se ilumina una luz brillante al final del closet y cantan los ángeles, en que aparece más nuevo, más fabuloso que nunca tu vestido retro, en otras palabras: El inmortal.
El vestido de la mala suerte
Hermoso, pero maldito hasta la médula. Te queda y luce tan bien que es imposible deshacerte de él, aunque cada vez que lo usas algo malo te pasa.
Tú cita te deja plantada, te va mal en el trabajo, discutes con tus amigos, te enfermas, pero aun así no dejas de ponértelo de vez en cuando. Y aunque le digas: “Atrás satanás, déjame modelarte y no me castigues tanto”, es a prueba de exorcismos.
El que te gusta y nunca te quedará bien
Fue amor a primera vista. Vacilaste su fotografía en un catálogo y sentiste una conexión inmediata. Le dijiste serás mío y así lo mandaste a encargar.
Cuando, por fin te lo trajeron, no dudaste en probártelo. Entonces, tu burbuja de cristal se rompió al ver que no eran el uno para el otro. Aun así, te reúsas a dejarlo ir.
El diurno- nocturno-diurno
Típica prenda de vestir válida para el día o la noche, capaz de convertirse en piyama, cuando festejas tan fuerte que caes de boca contra la almohada. Y si es de esas mañanas, en que el sol te da de lleno en la cara, porque apagaste la alarma tres veces, esta camaleónica y multifacética pieza puede seguir sobre tu cuerpo dando el plante. Nadie se tiene que enterar.
El ¡no me lo botes, mamá!
Es el término trapajo llevado a la máxima expresión. Se trata de esa ropita cómoda, calientica, que siempre te hace sentir arrullada cuando estás en casa.
Sin embargo, tiene tanto años encima que su textil ha perdido todas las propiedades. No importa cuanta ropa de andar nueva te compres, nunca renuncias a esta prenda familiar. Y si alguien se atreve a escondértela, lo matas.
El pisando fuerte o “mami dame caramelo”
¿Quién no guarda en su armario una prenda sexy? Sin dudas, todas tenemos al menos una pieza de ropa para ocasiones especiales donde ir “matadora” es una prioridad. En solo cuestión de minutos te sientes como una diosa y, aunque todo está en el brain, ese día eres la última Coca-Cola del desierto.