
Así podría ser la industria del cine cubano pospandemia

Con producciones, estrenos y festivales pospuestos debido a la pandemia, directores y productores teorizan en esta entrega de VISTAR alrededor de una gran interrogante: ¿puede la industria del cine cubano sobrevivir el coronavirus? Y si es así… ¿cómo?
Lo cierto es que el cine en Cuba -tanto institucional como independiente- ya enfrentaba soberbios retos antes de que el virus entrara en escena y pusiera un stop imprevisto a los proyectos de los realizadores en la Isla.
El 16 de marzo un comunicado del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) anunció la postergación en cines del estreno de la película El Mayor, del fallecido director Rigoberto López. El 8 de abril una nota de prensa de la misma entidad informó la cancelación del Festival Internacional de Cine de Gibara 2020. Ahora, algunos afirman que el virus podría atentar también contra la salud del sancta sanctorum: el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, a desarrollarse en diciembre.
“Estamos en suspenso, pero preparándonos para volver (…) Quisiera verlo como un paréntesis, un alto en el camino y no como una congelación que lleve al entumecimiento de sus perspectivas. Imagino las próximas ediciones del Festival de Gibara y la Muestra con renovados bríos”, dijo a VISTAR Fernando Pérez, director de cine y escritor cubano.
Los proyectos de Fernando han quedado pospuestos sin fecha exacta para su reanudación. El rodaje de Riquimbili o El mundo según Nelsito estaba previsto inicialmente para el 6 de abril, pero dos semanas antes el equipo decidió interrumpir el proceso de prefilmación con locaciones, actores, guion técnico y plan de rodaje ya establecidos. “Permanecemos a la espera sin plazo definido, ilusionados en que sea más temprano que tarde”, comenta el realizador.
La vuelta al plató
No hay que empaparse de la vorágine de un rodaje para saber que estos no son compatibles con el teletrabajo. La industria del entretenimiento visual se expande a muchas aéreas: figurantes que un día están en una producción y al siguiente en otra, escenógrafos, decoradores, vestuaristas, maquillistas, peluqueros, auxiliares, electricistas, ingenieros de sonidos, catering y un largo etcétera.
Inti Herrera Núñez
Para el productor ejecutivo y director de cine, Inti Herrera Núñez, laborar bajo el COVID-19 en la industria audiovisual complejiza todos los escenarios posibles. Es un reto a la inteligencia y a la creación. “Hay protocolos y procedimientos, algunos de ellos no se pueden implementar acá por ahora, usted no compra 300 tests rápidos en una farmacia en nuestro país. Lo que nadie habla todavía es de cómo afectan estos protocolos al contenido. No hay una manera exacta (extrahospitalaria) de asegurarle a dos actores que pueden hacer una escena de sexo sin el riesgo de salir contagiados”.
Sin un protocolo nacional para rodajes que les indique formalmente cómo continuar trabajando ante la nueva situación epidemiológica en Cuba, algunos realizadores ya han comenzado a pensar en posibles soluciones.
Herrera, quien tiene más de 15 años de experiencia en la industria, opina que lo siguiente será dar pasos cortos, pero firmes, realizar “historias mínimas” y triangular estas decisiones entre guion-dirección-producción. “Creo, por sentido común, que primarán los equipos técnicos reducidos, los protocolos de limpieza de entrada al set para personas y equipamientos y la transportación manteniendo la distancia física”.

José Luis Aparicio
El realizador cubano José Luis Aparicio también confirma que en lo adelante los rodajes serán mucho más precisos y las historias más centradas en el ser humano.
“Quizás el cine cubano entre en una etapa mucho más minimalista, en cuanto los recursos estéticos y técnicos. Volveremos a un cine más individual, experimental, autoreferencial e íntimo, donde el realizador es quien hace todas las funciones: filma, actúa, edita… Eso podría ser una variante y se ha visto mucho durante el confinamiento, con cineastas que han filmado pequeños cortos relacionadas con su experiencia en cuarentena, documentales muchos, pero también ficciones”, dijo.

Fernando Pérez
Por su parte, Fernando Pérez afirma que sería muy arriesgado caracterizar con precisión el futuro que se avecina para el séptimo arte: “Está claro que esta pandemia ha sacudido y trastornado para bien y para mal innumerables zonas de la realidad y la vuelta a la “normalidad” comprenderá transformaciones. Pero mi pronóstico (y es solo eso: una conjetura muy personal) es que en la manera de hacer películas y material audiovisual las variables serán contingentes y no esenciales”.

Distribución y exhibición
Otro problema del efecto dominó del patógeno sobre la industria del cine cubano es el tema de la distribución y exhibición de los audiovisuales.
“Creo que nadie sale ileso. Debe haber un cambio de paradigma en los modelos de cómo se gestionan los contenidos audiovisuales. No visualizo en los próximos ocho meses ver una sala de cine repleta. No hay forma, siendo conscientes. Esto es un reto para creadores, pero para las instituciones también; las relacionadas con la cultura y las comunicaciones”, afirma Herrera.
Sin embargo, advierte que hará lo posible para que las secuelas de la pandemia no afecten la socialización. “Tratamos de no quedarnos detenidos cuando cerró Fábrica de Arte Cubano, seguimos lanzando materiales en nuestro canal de YouTube y desde i4 films tenemos tres largos documentales en pos-producción”.
Consumo audiovisual
Mientras casas productoras de otras latitudes reinterpretan hoy las iniciativas asumidas por la industria cinematográfica internacional (Rio Cinema en Londres recoló a dos metros las butacas y el gobierno local de Madrid ha financiado un cine móvil para que la gente vea películas desde sus balcones), la traspolación de estas experiencias al caso cubano -como en muchas otras cuestiones- tiene su particularidad. Ante la interrogante de un posible rediseño de los cines, Pérez confiesa: “Soy sincero: no me lo imagino. Hoy, en plena pandemia, la distancia social es relativa, sobre todo en las colas del pollo”.
Según Hernández la actividad de la exhibición estaba en crisis antes del virus. “Los números de la taquilla cubana son una cantidad hechizada, hasta donde sé no son publicados”.
Lo cierto es que el cierre de las taquillas está lejos de ser la estocada final que la pandemia podría ofrecerle a la industria en la Isla. En todo caso, el peligro radica en la pérdida del mensaje cultural que brinda la cinematografía cubana. La relevancia de la estrategia de socialización quedaría, más bien, en un segundo plano.
“Nuestro cine, más que una mercancía, es un hecho de comunicación cultural y expresión artística y por lo tanto su alcance se mide por valores que trascienden, sin ignorar sus resultados económicos”, dijo al respecto Pérez.
El consumo de audiovisuales en el mundo ya se encontraba en proceso de transformación a través del surgimiento de plataformas como Netflix y otros servicios de streaming. Esta circunstancia, explica Pérez, ha acelerado la inclinación de la balanza hacia la programación y visionaje arrellanados en el sofá de la casa. “Pero soy de los que cree en la permanencia de los cines, cuando vuelvan a abrir sus puertas, allí estaremos”.
Perspectivas
De momento, sin una brújula que guíe su camino y dicte un accionar preciso, la industria atraviesa un periodo de cambio trascendental, capaz de desafiar el optimismo de cualquiera. Aunque los cineastas cubanos nunca antes habían afrontado una crisis de semejante magnitud, los tres expertos consultados por VISTAR confían en su poder de resiliencia de cara al abismo.
Inti Herrera: “Sin dudas el ser humano es un animal que ha tenido éxito. Toda crisis contiene también el llanto positivo de lo que nace. La capacidad de resiliencia la tenemos. Ahora, un mundo egoísta está condenado al fracaso. Todo hay que verlo dentro de la solución global- cualquier exceso de ego solo le daría más trabajo al Ministerio de Salud Pública”.
José Luis Aparicio: “El cine independiente siempre sobrevive, está acostumbrado a realizarse en condiciones muy hostiles y precarias. Lo obstaculizará, estoy seguro, pero creo sobrevivirá y encontrará otras maneras porque tiene mucha más libertad productiva y estética para asumir este tipo de cambios. Esa es, en mi opinión, su ventaja sobre el cine institucional”.
Fernando Pérez: “La historia de nuestra cinematografía y la larga historia de nuestro país es un abalorio de inesperados, insólitos y soberbios desafíos. Y aquí estamos. Aquí estaremos después del coronavirus”.