Caleb & Susana: mucho más que una pareja en La Habana
Susana Pous y Caleb Casas son dos artistas que decidieron unirse en la carrera de la vida para engranar como botón en su ojal. Ambos dejan su esencia sobre las tablas porque hacer arte es un combate de tiempo completo. Con el Capitolio de fondo y acomodados en un auto clásico cortesía de Bajanda, muy a lo Habana vintage, la pareja conversó con VISTAR sobre nuevos proyectos, el secreto de su estilo personal y la ciudad que los reta cada día.
Como amantes predestinados habían discurrido por sendas entrelazadas. Coincidían en eventos y fiestas e incluso trabajaron juntos en el rodaje del filme Personal Belongings (2005) de Alejandro Brugués donde, casualmente, se piden matrimonio. “Recuerdo que Susana me impresionó. Ella no era actriz, sino bailarina, pero de pronto entra a escena y tira todo un monólogo larguísimo, espectacular. Después nos dejamos de ver mucho tiempo para reencontrarnos hace siete años”, comenta Caleb.
Susana llegó de su natal Barcelona sin saber que se convertiría en hija adoptiva de La Habana. Bailarina, coreógrafa y profesora, veinte años después baja el cielo al suelo con Infinito, su más reciente creación personal con la cual rinde homenaje a la capital en su 500 cumpleaños.
“Es la primera obra que estreno con Mi Compañía. Es una pieza muy íntima sobre el infinito camino que he transitado aquí en La Habana desde que llegué invitada por Alicia Alonso y el Ballet Nacional. Al inicio pensé vivir aquí por una temporada, pero la ciudad se convirtió en mi lugar de creación, en el nido donde he formado mi familia”.
Susana, ¿cuál fue la primera impresión que tuviste de La Habana?
“Desde que llegué me enamoré de la luz y la energía que irradia esta ciudad de mar. Tuve que reajustar toda mi vida, pero es increíble lo rápido que me adapté. De hecho, cuando volaba a Barcelona me sentía rara en mi propio país. La Habana se convirtió en mi casa. A pesar de todas sus complejidades, me siento muy a gusto aquí”.
Mucho más parco y reservado, casi taciturno a la hora de responder mis preguntas es Caleb, a quien evidentemente no le hacen mucha gracia las entrevistas. Actor de televisión, cine y teatro también hubo de adaptarse a La Habana que lo vio nacer y de la cual se alejó un día.
Al preguntarle sobre su ciudad, Caleb se toma unos segundos para masticar mentalmente su respuesta. Me dice Susana que le he tocado «una tecla»: “Cuando voy caminando por La Habana veo cuánto ha cambiado la ciudad y su gente, no siempre para bien. A pocos les interesa cuidarla, las paredes se van tiñendo de esa pereza, La Habana posee una arquitectura fabulosa y muchos no tienen idea de la magnitud de su valor. La Habana está gris”.
Susana: “La Habana para mí es una ciudad llena de contrastes que oscilan en un espectro entre la máxima belleza y la oscuridad cerrada. Posee los atardeceres más hermosos que he visto en mi vida. No hay dudas de que existe una Habana descuidada, pero nosotros solo la miramos cuando nos acordamos de ella. La ciudad la hacen las personas, ellas son las que la viven, la disfrutan y también las que deben cuidarla”.
Hablar de la real-maravillosa sin que salga a colación Eusebio Leal y la Oficina del Historiador entra en la categoría de lo imposible: “Si no hubiese sido por ellos todo se hubiera perdido. Pero… ¿qué es la Oficina del Historiador, sino un grupo de personas e ideas que generaron un cambio y un verdadero movimiento para salvar la zona histórica? La verdadera solución para salvar a una ciudad está en la gente”, comenta Susana.
Y es que a pesar de la pródiga cosecha, queda mucho por hacer: “Las ideas y proyectos de Eusebio y Oficina del Historiador deberían actuar como una onda expansiva que los convierta en un movimiento cívico en función de mejorar la ciudad”, explica por su parte Caleb.
Tras ocho años de trabajo en Colombia, el rodaje de La emboscada dirigida por Alejandro Gil, fue el trampolín que impulsó a Caleb de regreso a Cuba. Desde entonces, salta de proyecto en proyecto. Nido de Mantis e Inocencia, lo han convertido en una apuesta segura del cine cubano.
Que le confíen un personaje que alborote las neuronas y el calor de su familia de argonautas son para Casas un ascensor al séptimo cielo. El papel que interpreta en su más reciente puesta Misterios y pequeñas piezas escrita y dirigida por Carlos Celdrán es un homenaje a los grandes directores y actores de teatro.
“Hacer esta obra ha sido como emprender un viaje maravilloso que se reinicia función tras función y en el cual se va develando la esencia de ese maestro irónico, Vicente Revuelta, quien nos ha dejado un legado importantísimo”, explica.
A Caleb ningún papel le queda grande. En el proceso de creación actoral el azar poco tiene que ver con su metodología. En cambio, prefiere combinar una frenética investigación con la fragmentación de sí mismo: “Prefiero los personajes que expresen la complejidad humana, aquellos interesantes y difíciles de encarnar porque obligan al actor a un proceso arduo de investigación para desentrañar su esencia; como el personaje de Vicente, por ejemplo”.
En materia de moda, entre Caleb y Susana no existen muchos puntos de contacto. Ella confiesa su atracción por el glamour, mientras que él levita sobre su atractivo natural: “Me gusta usar prendas especiales que me hagan sentir única. Paso de andar en tenis o llevar ropa deportiva. Como bailarina estoy mucho tiempo descalza y en traje de ensayo, por eso cuando me visto, prefiero ir sofisticada. Eso sí, soy fiel a mi imagen agitanada, a mi pelo rizado y aprovecho eso para mi look”.
¿Qué valor le otorgan al cuidado de la imagen en su carrera artística?
Caleb: “Yo ahora ninguno, acabo de hacer un personaje al que nada le importa”
Susana: “Caleb no es de los que están todo el tiempo mirándose al espejo. Siempre se ve bien, es guapo. En cambio, para las mujeres es más difícil y yo estoy llegando a los 50. Aunque me encuentro en una etapa de mi vida muy potente, hay cambios físicos y debemos lidiar con eso”.
En la populosa esquina de Prado y Malecón el bullicio arrecia, mientras algunos curiosos rondan a la pareja con la intención de tomarse una foto.
Susana, ¿Caleb es buen bailarín?
“¡Sí que lo es! Cuando éramos amantes una de las cosas que más hacíamos era salir a bailar. No solo lo hace en lugares públicos, sino también en habitaciones privadas. Yo creo que a él le hubiese gustado mucho ser bailarín. Está loco por trabajar en alguna producción mía. Creo que en algún momento vamos a hacer algo juntos. Eso sí, no sé cómo funcionará porque yo soy muy mandona y él muy creativo”.
¿Lugar de La Habana donde tendrían una escapada romántica?
Susana: “La costa de 70 a ver el atardecer. El mar nos une”
¿Pudieran compartir conmigo el secreto de un matrimonio saludable?
“No hay un secreto”, responden en coro. “Pero yo sí te diría, porque tengo la experiencia del pasado, que hay dos cosas muy importantes: ser buenos amantes y conversar mucho”, dice Susana.
Y ahora, ¿cuál es el siguiente paso?
Caleb: “En unos días estreno Hierro, con Argos Teatro. Una puesta sobre un personaje muy importante para La Habana. Y no voy a decir más”.
Susana: “Llevar Infinito al mundo, y seguir”.