Brenda Navarrete: “Tocar lindo no le pega a los tambores”
Vibrante. Puro desprendimiento de energía. Hay que verla tocar. Es la niña mimada de Añá, el orisha de los batá, quien parece haberle dado licencia para domar los tambores. Después de conquistar al público y la crítica con el disco Mi mundo, Brenda Navarrete se enfrenta al nuevo reto de una carrera en solitario.
Es una tarde calurosa en la esquina de 23 y 12, Vedado, y aparentemente todos quieren decir “hola” a Brenda. Como mulata que se respete llega marcando el paso sin proponérselo. Lleva pañuelo a lo afro atado en la cabeza y un vestido de lino blanco capacitado para equilibrar un look o desequilibrar a cualquiera. Para ella es el sello perfecto; la declaración de una artista fiel a sus raíces afrocubanas.
Si eres un adicto más de los miércoles con Interactivo en el Brecht o asiduo a las Fiestas del Tambor, es probable que conozcas a Brenda Navarrete, la mujer que baja a Oshún a la tierra y sacude las fibras del público cuando sube a escena. Tiene 29 años, pero ha tocado con la élite musical cubana desde Alain Pérez, William Vivanco, Elaín Morales, Telmary hasta Robertico Carcassés y el pianista cubano-canadiense Hilario Duran. Graduada del Conservatorio Amadeo Roldán confiesa que la percusión sinfónica le causó cierto desencanto y no fue hasta que conectó con los batás (tambor de doble parche) que “el universo se abrió ante mí”. Recientemente, despegó alas y lanzó su carrera en solitario con el fonograma Mi mundo que se llevó el premio Cuerda Viva en la categoría de Música Alternativa. La crítica ha sido excelente con el álbum y la aceptación del público aún más.
Cuando nos conocemos, Brenda asegura que por estos días el principal objetivo es desarrollar su carrera en Cuba, pues ha pasado los últimos dos años de gira en el extranjero. “Tengo programados varios conciertos, el primero de ellos será el 7 de marzo, en víspera y celebración al Día Internacional de la Mujer. Es mi primera presentación como artista independiente y será en el parque de 29 y 22, en Playa a las 9 de la noche ¡Estoy muy emocionada!
¿Qué importancia le confieres a las raíces afrocubanas en tu música?
“¡Tienen toda la importancia del mundo! La sonoridad africana y los ritmos que los esclavos trajeron a esta Isla se enlazan íntimamente con mi música. Lo afro y lo negro tienen el poder de conectarse con mi alma”.
No son muchas las mujeres percusionistas en Cuba, ¿qué te hizo decantarte por este instrumento?
“Desde los ocho años me interesé por la música. Como era muy hiperactiva me di cuenta de que la percusión llevaba mucho movimiento. La gente no está acostumbrada a ver una mujer percusionista. No obstante, los percusionistas hombres, lejos de ser un obstáculo para mí, han sido siempre de gran ayuda en esta profesión. Me enseñaron que debo tocar fuerte y firme, eso va más allá de tocar lindo. Tocar lindo no le pega a los tambores”.
¿Qué sientes cuando tocas tus tambores?
“Soy otra persona. Me transporto, entro en trance y siento una energía superior que fluye a mi alrededor. Cuando canto y toco mis tambores estoy a medio cuerpo, viajo en el tiempo a través de la música y con los batá, ahí sí que me voy completa en una especie de magia que sale del sonido de la percusión”.
¿Existe un género al que te sientas más apegada?
“Creo que a la rumba, pero también al gospel. Son dos géneros capaces de transmitir y desencadenar sentimientos muy fuertes. La timba y el jazz también me encantan”.
¿Cuál de tus canciones escogerías para definirte?
“Ah, pues Mulata Linda. Esa canción se la hice a mis dos madres, a la que me dio a luz y la que me crió, mi tía, dos mulatas bellas”.
Planes futuros…
“Siento una gran inclinación por las artes escénicas. Me interesa el audiovisual y quiero darle alas a ese sueño. También me he propuesto darle cariño a Cuba para crecer de adentro hacia afuera. Y después va a venir otro disco”.
Tengo curiosidad, ¿cuál es tu secreto para evitar los callos típicos de los percusionistas?
“Pongo en mis manos la primera orina de la mañana”.
Nah, me estás jodiendo…
“¡Sí es verdad! Mira te lo busco en Google y todo. Pongo orina en ellas, luego las enjuago con agua tibia y las dejo secar al aire. Después las lavo. Me lo dijo Tata Güines y fíjate…él ha sido percusionista toda la vida y tiene las manos finas”.